Desde siempre he pensado que el primer punto para implantar la Educación Emocional en un aula o salón o en un centro educativo es la competencia emocional del docente. Si como docentes somos capaces de establecer relaciones emocionalmente sanas la Educación Emocional funcionar.

Si no lo hacemos, si el docente, por ejemplo, está solo dirigido a los resultados, si se enfoca en las notas y los resultados, obviando los aspectos emocionales y personales, la Educación Emocional será básicamente carente, con grave perjuicio para los alumnos, que están en una fase de su vida fundamental en su formación como personas.

Por este motivo, aquellos docentes que, aun no habiendo adquirido formalmente una formación en Educación Emocional o en la detección y gestión de emociones o en la utilización de las emociones como guía, pero que tienen una orientación profunda a la persona y saben adaptarse a cada uno de sus alumnos, respetando su singularidad y siendo empáticos con sus sentimientos, esos docentes establecen un adecuado nivel de gestión emocional en sus aulas y favorecen el desarrollo personal de sus alumnos.

Es decir, la implantación de la Educación Emocional tiene que ver directamente y en primer lugar con la actitud de cada maestro o profesor y el tipo de relación que establece y no tanto con que haya actividades específicas donde se “explique” que es la empatía, por ejemplo, aunque estas sean convenientes en la formación de los alumnos. Esto es así porque la Educación Emocional se juega en la vida y se aleja de las declaraciones solamente formales de profesarla.


La implantación de la Educación Emocional tiene que ver directamente y en primer lugar con la actitud de cada maestro o profesor y el tipo de relación que establece


Dicho esto, creo de todos modos que no solo es posible, sino que es muy necesaria la formación en Educación Emocional y que no puede quedarse a merced de la sensibilidad mayor o menor del docente, ya que además es necesario como en todos los temas de ña educación, un trabajo en equipo y una línea uniforme de todo el claustro de un centro educativo.

Hay además toda una serie de herramientas de gestión emocional que hay que adquirir específicamente y que no se adquieren intuitivamente, sino que necesitan formación y práctica y mejora constante de esa práctica en todos los profesores.

Para hacer una aportación en la línea de la formación desde hace tiempo he decidido pasar la experiencia de años en formación de docentes en la Educación Emocional en una serie de cursos online que toquen los diversos aspectos necesarios: evaluación, gestión emocional, programación, y ayuden en la adquisición de las diversas habilidades: empatía, escucha, atención al lenguaje corporal, conexión entre emociones y necesidades de la persona, etc.

Ya llevamos algunos cientos de docentes que han pasado por estos cursos, pero ahora hemos hecho un gran trabajo que nos ha llevado muchísimas horas, para poder ponerlos al servicio de todos los docentes, esperando de verdad que constituyan una ayuda y una guía en este terreno tan antiguo y a la vez tan nuevo de la formación de la persona de cada alumno y de la gestión emocional.