Me llamo Eider, soy una chica de 28 años y estoy finalizando el Máster Universitario en Formación del Profesorado de ESO, Bachillerato, FP y Enseñanzas de Idiomas, especialidad en Matemáticas. Me gustaría hablaros sobre mi experiencia en un colegio donde he realizado las prácticas. He impartido la Unidad Didáctica de las Ecuaciones de primer y segundo grado en 2º ESO, aplicando, además, la Inteligencia Emocional. Precisamente, de esto trata esta entrada del blog: ¿influye la IE en las Matemáticas?

Siempre se ha dicho que las Matemáticas son difíciles y aburridas. Sin embargo, no tiene por qué ser así si incorporamos diferentes actividades que ayuden al estudiante a mantenerse motivado, concentrado, participativo, alegre y abierto al aprendizaje. Por lo tanto, no sólo es importante que alcancen los objetivos mínimos en esta etapa, sino que también es fundamental crear un buen clima de aprendizaje. La motivación es necesaria para evitar que el alumno sufra (ansiedad, inseguridad, frustración, desmotivación, etc.) ya que incide negativamente en su capacidad académica.

Aplicando ciertas estrategias se podría conseguir mejorar los resultados en la asignatura de Matemáticas. Por ejemplo, con trabajo colaborativo y participativo, teniendo un contacto habitual entre profesores y padres, haciendo que los alumnos reflexionen desde la primera hora del día, etc. Además, hay que hacer hincapié en la diversidad dentro del aula para ajustarse al caso concreto de cada alumno.

Para responder a la pregunta planteada: ¿influye la Inteligencia Emocional en las Matemáticas? La respuesta es más que obvia: sí. Para ello, estas tres estructuras deben estar perfectamente encajadas: la escuela, los recursos socioculturales (recursos TIC y tradicionales) y la familia, y funcionar de forma coordinada.

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En primer lugar, en la escuela, si sólo hay un docente al mando de una clase, el número de alumnos por clase tiene que ser reducido. Resulta casi imposible que un único profesor pueda encargarse de 30 alumnos, que estén atentos y que sus resultados sean aceptables. Además, cuantos más alumnos haya, más se desconcentran. De hecho, es una de las medidas obligatorias en países como Finlandia, número uno en el informe PISA, donde solo admite en la ESO a un máximo de 15 a 20 alumnos por aula.

En segundo lugar, los recursos TIC son ya el presente en la docencia, pero creo que no se debe abusar. Hay que seguir empleando libros, escritura manual y demás recursos tradicionales. Hoy en día los alumnos no son capaces de hacer rápidamente cálculos mentales fáciles, quieren usar la calculadora hasta para la operación más sencilla, y esto es un grave problema ya que deberían ser capaces desde cursos atrás.

Por último, la familia es el gran pilar de las emociones de un alumno: es innegable que los problemas personales le afectan. Los padres no controlan si hacen los deberes, les tienen sobreprotegidos y les premian con regalos que no se merecen. Tampoco ponen límites a cómo sus hijos se administran el tiempo y es que, actualmente, el mayor amigo de los jóvenes es el móvil o la televisión. Ven programas como Gran Hermano y Mujeres y hombres y viceversa, aunque, también es cierto, que los jóvenes son víctimas de la telebasura que ofrecen las cadenas. Por lo tanto, es necesario que los padres pongan barreras y no sean tan permisivos.

En definitiva, para esta generación, sólo se me ocurren estas palabras que dijo el expresidente de Uruguay, Pepe Mújica: No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar. Además, añade: En la casa se aprende a: saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado. En la escuela se aprende: Matemáticas, Lenguaje, Ciencias, Estudios Sociales, Inglés, Economía y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado en sus hijos. Muy difícil es hacer que el latón brille como el oro.

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En conclusión, es difícil saber cómo actuará cada adolescente porque no siempre se sigue un patrón: cada persona es un mundo. Hay que tratar de motivarles e inculcar que con esfuerzo se consigue todo; unos tardarán 5 minutos en entender un nuevo concepto, mientras que a otros les costará una hora, pero nada es imposible. Sea injusto o no, el papel del docente, además de enseñar, también es el de educar, ya que todo lo que digamos puede influirles. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para intentar redirigirles hacia el buen camino, siempre y cuando reciban el apoyo imprescindible de su familia.

Espero vuestras aportaciones y comentarios para este debate sobre la aplicación de la Educación Emocional en la Escuela.