Entrada escrita por Nuria Pérez Galán, profesora de Secundaria y coach Emocional por ISIE con el nº 1 de su promoción.

Esta es la tercera de las 3 entradas en las que hablaremos sobre el libro, Emociones, una guía interna, de Leslie Greenberg, que recoge los fundamentos que en el ISIE utilizamos como base para el trabajo con emociones. Para entenderla bien es necesario haber leído la entrada 2 sobre la Clasificación de las emociones según Greenberg.

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En esta entrada tratamos la propuesta fundamental para trabajar con las distintas emociones que Greenberg plantea en su libro El Proceso Emocional Básico.

El Proceso Emocional Básico consta de dos fases: Acceder y salir. La primera fase consiste en hacerte consciente de tus emociones y aceptarlas, a pesar de que puedan ser emociones desagradables. La segunda en transformar la emoción en caso de que sea desadaptativa en una adaptativa, ver las necesidades que hay debajo de ella y ver cómo podemos satisfacer esa necesidad.

Fase I: Acceder

  1. Ser consciente de tus emociones. Este paso consiste en hacerte consciente de la emoción sentida en el cuerpo. Es necesario poder describirla, aunque no necesariamente con palabras. Puedes poder localizarla en el cuerpo y darle forma, color, textura, temperatura, intensidad… A la vez que te haces consciente de la emoción es importante serlo también de los pensamientos que la acompañan. Esas cosas que resuenan en nuestra cabeza cuando nos encontramos con la emoción.
  2. Darle la bienvenida. Cuando nos encontramos con una emoción, sobre todo cuando es desagradable y no la entendemos, la tendencia es a querer deshacernos de ella. En este paso sin embrago, es necesario aceptarla y permitirte sentirla, darle el valor que tiene, reconocerla como importante por la información que contiene para nuestro bienestar y que nos va a dar. Se trataría de verla como una parte aliada de nosotros y no como un enemigo. La emoción tiene su propio ciclo de vida, de modo que hay que sentirla para poder luego dejarla partir.
  3. Describir tus emociones con palabras. Esto permite darle nuevos significados a nuestra experiencia emocional. Describir lo que sentimos con palabras ayuda a poder manejara mejor el problema.
  4. Identificar la experiencia primaria. Es necesario ser muy consciente de nuestra experiencia emocional, para darnos cuenta de si se trata de una emoción central o de si esconde alguna otra debajo. En caso de que sea central, podemos pasar al siguiente paso. Si no, hay que seguir indagando hasta encontrar la emoción primaria que es la que de verdad está conectada con nuestras necesidades.
  5. Evaluar si el sentimiento primario es saludable o no. Este paso es muy importante, ya que si se trata de una emoción primaria adapatativa, deberíamos utilizarla como guía de acción, pero si no lo es, deberíamos trabajar en ella para transformarla. Esto supone darnos cuenta de si realmente confiamos o no en la emoción que estamos sintiendo o si no es útil para nosotros. La forma de saber si una emoción es desadaptativa es fijarnos en si es nueva o es una emoción recurrente que ha ido surgiendo a lo largo de nuestra vida sin que haya contribuido a nuestro bienestar. Como una sensación en la que siempre nos atascamos y que nos engulle.

En caso de que sea una emoción adaptativa directamente tendríamos que preguntarnos qué necesidad hay debajo de ella y buscar la forma de poder darnos eso que necesitamos. En caso de que sea desadaptativa seguiríamos con el proceso.

Fase II: Salir

  1. Identificar los pensamientos destructivos que acompañan a la emoción desadaptativa. Normalmente, cuando la emoción no es saludable, va acompañada de pensamientos destructivos, muy críticos y hostiles contigo mismo o que culpan a otros. Es importante darse cuenta de esas voces que resuenan en nuestra cabeza, que suelen ser aprendidas y que hemos escuchado en algún momento de nuestra vida. Puedes ser voces críticas en exceso o terriblemente protectoras, pero que en cualquier caso nos dejan estancados es sentimientos que no nos dejan avanzar. En este paso puede ser útil ponerle cara a esa voz y repetir el voz alta, con la misma crueldad con la que suenan en neutra cabeza, las frases que dice. Puedes ser voces del tipo: “Eres un cobarde”, “No sirves para nada”, “Siempre te pasa lo mismo”, “Ten cuidado”, “Nunca haces las cosas bien”…
  2. Encontrar emociones y necesidades adaptativas alternativas. Se trata de conectar con la fuerza interna que todos tenemos para encontrar, debajo de la emoción dominante desadaptativa otra emoción subdominante a la que hay que darle voz. Es una emoción saludable que surge como respuesta a esas voces que acompañaban a la emoción no saludable. Por ejemplo, una mujer que ha sido maltratada de pequeña y ha escuchado constantemente que no vale para nada, debajo de la vergüenza o el miedo puede encontrar un enfado saludable por haber sido maltratada y tristeza por haber perdido su infancia. Es necesario centrarse en esas nuevas emociones saludables que han emergido y ver qué necesidades hay debajo de ellas y buscar formas de satisfacerlas. Tener compasión y empatía con nosotros mismos es importante en este punto.
  3. Transformar la emoción desadaptativa y los pensamientos destructivos. La emoción sólo se puede transformar con emoción, así que se trata de utilizar la nueva emoción saludable que ha surgido para darnos aquello que necesitamos y para apagar la voz de esa otra emoción desadaptativa que no nos dejaba avanzar.

Con esta entrada cerramos el bloque que hemos dedicado a explorar el libro Emociones: una guía interna, en el que se recogen de forma clara y sencilla los principios que Leslie Greenberg aplica en la Terapia Focalizada en las Emociones y que en el ISIE utilizamos como base de los procesos de cambio a nivel individual y grupal.