Voy a ser claro desde el primer momento: la escuela ni tiene armas ni sabe lidiar con el alumno líder.

¿Qué es un alumno líder? En realidad, es un alumno futuro líder, porque en la escuela, por ejemplo, en la Educación Secundaria es todavía, como no podía ser menos, un proyecto de líder. Mientras un liderazgo está en fase de formación, nos encontramos ante una persona con presencia y con gran capacidad de influencia en su entorno. En todos los centros educativos hay alumnos con esas dos características: gran presencia e influencia. Alumnos que nunca pasan desapercibidos en el aula, a los que los demás escuchan y respetan, incluso temen, que aglutinan a los demás, que están en el centro de esa sociedad que es un aula e incluso un centro educativo. En resumen, personas con capacidades innatas para las relaciones personales y sociales, que son capaces de manejar las relaciones e influir.


¿Qué es un alumno líder? una persona con presencia y con gran capacidad de influencia en su entorno.


El problema es que ambas características se pueden volver en contra de ellos… y con frecuencia eso es lo que sucede. Mucha presencia en el aula, puede ser visto por el docente como desafío a su autoridad. En tal caso tenemos una confrontación entre dos autoridades, una institucional la del profesor y otra moral, la del alumno. La confrontación se hará especialmente aguda justamente si el profesor carece de las características del líder. En este caso se verá forzado a imponer su autoridad a base de poder y puede incluso generar miedo ante el liderazgo del alumno.

La influencia es la capacidad de utilizar a los demás para fines propios. Un alumno de ESO en realidad no es lo suficientemente maduro para un liderazgo real, que implica buscar el bien del grupo, y en estas primeras edades de la adolescencia se limita a probar hasta qué punto es capaz de influir, de conseguir la atención de los demás y que hagan las cosas que pretende.

El tema es que estando las cosas así, o enfoca sus capacidades a un liderazgo real o las utilizará para otros fines menos nobles. Y hay alumnos con elevadas capacidades de liderazgo que fracasan en los objetivos académicos. Esto sucede, entre otras cosas por la oposición frontal que se encuentran por la influencia que desarrollan. Estos alumnos no ven potenciadas sus cualidades de liderazgo sino reprimidas y al final ese rechazo termina en rechazo del sistema educativo. Sus cualidades pueden terminar empleándose de otros modos, quizá no muy positivos, incluso hacia la delincuencia, he conocido ya varios casos. Esos casos testifican el fracaso de un sistema que privilegia de modo casi único un tipo de alumnos: el alumno obediente y bien integrado en el sistema.

Se necesita de modo agudo que la escuela potencie todas las capacidades personales, liderazgo e influencia incluidos y se desarrollen modos de recoger y potenciar esas capacidades, algo hoy por hoy todavía ausente de nuestras aulas.


Se necesita de modo agudo que la escuela potencie todas las capacidades personales, liderazgo e influencia incluidos y se desarrollen modos de recoger y potenciar esas capacidades.


La Educación Emocional debe proporcionar esas armas. No es sencillamente una actividad atractiva ni una emoción positiva, debe convertirse en un elemento formativo de la persona concebida de modo integral y proporcionar a los docentes las herramientas necesarias, por ejemplo, para formar líderes y personas sin miedos sociales, que se relacionan con facilidad y no son fácilmente influenciables.


La Educación Emocional debe proporcionar a los docentes las herramientas necesarias, para formar líderes y personas sin miedos sociales, que se relacionan con facilidad y no son fácilmente influenciables.