Entrada escrita por Begoña Morales López, profesora de infantil.
Resumen: trabajo emocional con el llanto en educación infantil 5 años, utilizando herramientas de gestión emocional basadas en la palabra y el gesto como forma de expresión. La necesidad percibida es seguridad. El llanto para los bebés y los primeros años de la infancia es una forma de expresión emocional muy global, que requiere aceptación por parte del maestro (y de los padres).
Llorar es una expresión no verbal de una sensación-emoción-sentimiento que estamos experimentando, que nos informa de una necesidad de nuestro organismo.
Durante el primer año y medio de vida el lactante expresa sus necesidades con el llanto, y los adultos siempre estamos solícitos ante su llamada. Con el llanto expresan sus necesidades fisiológicas, que según A. Maslow son comer, beber, dormir, respirar. Ante el llanto de un bebé el adulto responde de manera inmediata; con ternura le coge, le acuna, le habla con un tono de voz cálido; que hace que el bebé poco a poco se relaje y nosotros satisfacemos su necesidad de hambre, sed, mimitos, sueño que no puede conseguir por sí solo, le cambiamos el pañal por si estaba incómodo, en fin atendemos a su necesidad.
¿Qué pasa a partir del año y medio dos años de vida de un/a niño/a? aparece el lenguaje verbal, y los adultos ya damos por supuesto que el niño va a saber expresar todo lo que necesita: necesidad fisiológica, vínculo o pertenencia, seguridad, libertad (pirámide de A. Maslow) y cuando el niño/a llora, el adulto muy lleno de razones le dice: ¡No llores! o ¿Y ahora por qué lloras? Como acabo de indicar aparece el lenguaje verbal eso no significa que sepa ponerle nombre a lo que siente en ese momento, y el adulto lo que hace es reprenderle por su llanto, por expresar su necesidad. ¿Dónde se ha quedado esa voz cálida, ese abrazo, ese acunar que hacíamos hace apenas unos meses?
Cuando un niño llora está expresando lo que siente, que puede ser: tristeza, miedo, sorpresa, enfado, incluso alegría. Pero su recién estrenado lenguaje verbal no le permite expresarlo con palabras y lo sigue haciendo de la manera que sabe y que además ha tenido éxito pues ha conseguido satisfacer aquello que necesitaba.
En algunas ocasiones lo padres, madres y maestros nos insensibilizamos ante el llanto de los niños/as a partir de los dos años, incluso hay teorías que dicen que hay que dejarlos llorar “solos” hasta que se cansen. Abramos nuestros oídos y escuchemos lo que nos quieren decir, acerquémonos a él/ella acunémosle, hablémosle con voz cálida tranquilizadora, y después vayamos poniéndole nombre a lo que le pasa, dándole una batería de opciones para que él/ella seleccione y nos valide nuestra observación.
Hace poco en el aula uno de mis alumnos de 5 años, de repente, se puso a llorar desconsoladamente, me dirigí hacia él intenté abrazarle, pero me rechazó. Le deje y le dije que cuando quisiera podía contar conmigo. Casi no había llegado a otra mesa cuando se abrazó a mis piernas y siguió llorando desconsoladamente. Me senté en una silla le cogí en brazos y empecé a tararear la canción de cuna que solía cantarle a mi hijo cuando era un bebé. Poco a poco se fue tranquilizando y su respiración era más sosegada. Cuando le pregunté qué le pasaba no contestó, seguí callada durante un instante y le dije:
M :“Me llega que te sientes enfadado”, a lo que él con tono de enfado me contestó:
N:“Pues claro que estoy enfadado, ¿no lo ves?”
M: Si, ya lo veo, ¿qué te ha hecho sentirte enfadado?
N: Las sumas, y tú.
M: ¿Las sumas, y yo?
N: Sí, sabes que yo no sé hacer sumas así y me las has puesto.
M: Yo lo que sé es que sí sabes hacerlas, que puedes hacerlas, y en el caso que no puedas o no sepas ¿qué otra cosa puedes hacer?
N: Pedir ayuda….
La conversación continuó durante un ratito más hasta que decidió pedirme ayuda para hacer las sumas
Con su llanto me estaba expresando su inseguridad ante la realización de una tarea, en este caso las sumas. Si no me hubiese acercado a él y simplemente le hubiese dicho ¿y ahora por qué lloras?, por supuesto que no me habría contado nada de lo que me contó y su inseguridad ante las sumas continuaría. Días después de esta situación volvimos a hacer sumas, y él lo primero que hizo es venir a pedir ayuda, solo con estar a mi lado cuando él solo las realiza se siente seguro y confiado en sí mismo, cuando yo se lo reflejo que lo ha hecho él solo, se va a su mesa y continúa su trabajo.
El llanto por lo tanto es una expresión de alarma de “no sé qué me pasa”, “ayúdame”, muchas veces incluso los adultos no sabemos expresar de manera verbal lo que nos pasa y utilizamos el llanto para expresar una necesidad qué no sabemos cuál es y qué necesitamos que alguien nos ayude. Ayudemos pues a nuestros niños a que expresen lo que sienten con el llanto y nosotros le vamos dando palabra a lo que quiere y no sabe expresar.
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