Resumen: Una visión de la tristeza desde su función en el mundo vinculativo-emocional de los alumnos (y de las personas en general). La tristeza está relacionada con la creatividad. Acompañar la tristeza es una herramienta necesaria de gestión emocional para profesores y maestros.

La tristeza es una emoción mal aceptada. Normalmente cuando vemos a alguien triste, la reacción más habitual es algo como: «¡anímate!». De algún modo nos pesa percibir tristeza en las personas y reaccionamos con un consejo, especialmente en los contextos educativos. No nos damos cuenta que es un consejo que, así sin más, es difícil de seguir. Para un profesor, además, la tristeza puede ser percibida como un obstáculo, ya que percibe a su alumno alicaído, sin o con menor interés en lo que se hace en clase.

Sin embargo la tristeza es una emoción importante, muy importante. La tristeza se genera por la constatación y aceptación de una pérdida, pérdida que sentimos incide en nuestro mundo afectivo-relacional, tal como lo percibimos.

Esa pérdida puede ser de una persona, lo que constituye la pérdida por antonomasia que
incide en nuestro mundo de vínculos afectivos, y también una pérdida de estatus, de pertenencia a un grupo por rechazo, de situación económica y/o social, etc. Es decir, una pérdida que obliga a reevaluar nuestra visión del mundo, el modo en que nos concebimos en el mundo, nuestra imagen personal de nosotros mismos en nuestro entorno.

Para realizar esa nueva evaluación de la propia imagen del mundo se necesita mucha energía, energía que se emplea interiormente y se detrae de la acción. Por ello la tristeza quita la energía de la acción y la sitúa en la interioridad. Esto provoca que la persona triste sea percibida sin energía, ya que esta parece haber desaparecido. La persona está trabajando con el elemento más básico, previa a cualquier acción: la propia imagen de si mismo en el mundo.

A la vez, y precisamente por ello, esta remodelación del mundo interior es un momento muy creativo, donde se abren múltiples posibilidades. Es la oportunidad misma de crear algo nuevo, un nuevo mundo personal, un nuevo modo de ver el mundo, una nueva imagen de sí mismo. Por esto, la tristeza genera esos momentos creativos , de novedad, de cambio verdaderamente radical.

Esto se ve claramente en el arte, los artistas, que necesitan crear algo nuevo, encuentran con mucha frecuencia inspiración en la tristeza y esta emoción se encuentra en el origen de algunas de las más bellas obras de arte, tanto de la literatura, como de la música o la pintura y el cine. Somos capaces de novedades radicales cuando la tristeza nos embarga.

Debido a esa nueva creación, a esa apertura interna radical que genera la tristeza, al salir de ella podemos en épocas fuertemente constructivas, porque ya sabemos cómo construir de un modo nuevo y nos ponemos a la tarea.

Para los profesores o maestros la aceptación positiva de la tristeza es un elemento clave del recorrido educativo de sus alumnos. Saber primero aceptar y luego recoger la tristeza y canalizarla. A continuación tener paciencia porque el ritmo de la tristeza es lento. Todo esto es un acompañamiento necesario para los alumnos. En resumen saber gestionar la tristeza es un elemento clave en la educación.

Soy consciente de que quedan muchos temas que tocar sobre la tristeza, en esta entrada solo pretendía tocar esa conexión que existe entre tristeza y creatividad, que me parece una de sus funciones clave.