La sorpresa es la emoción básica que nos abre a la novedad a las nuevas percepciones. En la familia de la sorpresa se encuentran la curiosidad y el interés. Son emociones claves para el aprendizaje. La lectura de la curiosidad la realizo siguiendo a David Beswick.

La curiosidad es considerada por muchos autores como el ejemplo principal de motivación interna o intrínseca. La curiosidad es, sobre todo, un instinto natural. Confiere una ventaja de supervivencia a ciertas especies. Es algo natural que les sucede a la humanidad y a algunos otros mamíferos, especialmente a los individuos más jóvenes.

La curiosidad es un proceso de descubrimiento y resolución de conflictos de significado. Estos conflictos proceden de la discrepancia entre algo procedente del exterior y un significado nuestro mapa mental: nuestra representación del mundo formada a partir de nuestras vivencias acumuladas. La sorpresa enfoca la atención en aquello que destaca en el entorno debido a su novedad. La persona necesita dotar de sentido a ese nuevo estímulo externo como parte de su proceso de adaptación al ambiente. Si el nuevo estímulo procedente del exterior no encaja con las representaciones mentales anteriores, aparece un conflicto.

Hay dos procesos diferentes para resolver el conflicto: asimilación o acomodación.

Mediante la asimilación, el conflicto se resuelve cambiando la propia percepción de lo que está pasando ahí fuera. Es decir, modificamos el significado de la nueva percepción para que encaje con nuestro mapa mental. En cambio, mediante la acomodación, cambiamos el mapa mental para que encaje con el nuevo significado percibido. Cuanto más extraño, inusual o inesperado sea el suceso, mayor será la necesidad de asimilación, acomodación o ambas. Las personas que tienen una elevada tendencia a utilizar la asimilación, no experimentan mucha curiosidad, tienen un mapa mental muy cerrado.

La persona con muchas vivencias y un marco mental rígido, tiende a asimilar lo que percibe a vivencias anteriores y por tanto amplia con dificultad su campo mental. Sin embargo esto no es una ley general y las personas se distinguen precisamente por su curiosidad, por su capacidad de cambiar el significado de lo aprendido.

La curiosidad trabaja con la acomodación: incluir el nuevo significado cambiando nuestro mapa mental, ampliándolo. La sorpresa se alía con la acomodación, de modo que las personas que ajustan con la asimilación poco a poco pierden la capacidad de sorpresa, de detectar la novedad en el entorno. Este es un proceso de desensibilización.

Detrás de la curiosidad se encuentra el interés. Interés en general podemos definirlo como el comportamiento motivado por una meta apetecible. Si para un niño saber más no es una meta apetecible, no tendrá interés en estudiar. (Cazau P (2003), Vocabulario de Psicología. Redpsicología). Es un sentimiento o emoción que hace que la atención se centre en un objeto, un acontecimiento o un proceso. El interés mantiene el impulso de la curiosidad hacia lo nuevo. El interés es realmente el trabajo de inclusión del nuevo significado de la experiencia en un mapa universal de significado.

Los niños tienen una curiosidad elevada: modifican el propio marco mental con facilidad y son capaces de incluir en él cualquier cosa, incluyendo la magia. Este proceso de adaptación es fundamental, de este modo, una nueva generación es capaz de admitir, por ejemplo, interruptores de la luz del pasillo que funcionan con la presencia como algo del ambiente. Son capaces por tanto de comenzar a trabajar con naturalidad con el campo mental de significado que para la generación anterior es de llegada.

La curiosidad es por tanto una capacidad de las personas que se puede preservar y cuidar, pero que con dificultad se crea o inculca. Se puede sencillamente enseñar y entonces se adquiere vía imitación. Si se fomenta la curiosidad, la persona, especialmente el niño, puede ir descubriendo el interés. Al desensibilizar de la curiosidad se mata también el interés.

La función del docente es fomentar el aprendizaje, esto se realiza precisamente evitando la desensibilización de la sorpresa y de la curiosidad. Sin embargo actualmente no tienen herramientas para ello, no saben cómo realizar este centro de su función con cada alumno. La formación en Educación Emocional es una clave para el futuro de la Educación.