Carolina Pérez Ruiz. Maestra Audición y Lenguaje, Especialista en Psicología Positiva e Inteligencia Emocional. EMOTIVACPC. www.emotivacpc.es
El humor es una de las características de las personas resilientes. Es una de las fortalezas más importantes destacadas dentro de la Psicología Positiva, como una manera de estar en la vida que acompaña a nuestro optimismo, nos hace conscientes y nos presta fuerza… y, por si fuera poco, además procura consuelo, llevándonos a provocar la risa, incluso en situaciones adversas.
El sentido del humor es entendido como constructivo, en la medida que contribuye en la capacidad de la persona hacia un cambio de perspectiva de la realidad. Desde este enfoque, nos ayuda a:
- Tomar distancia de la situación de conflicto, a mirar con otros ojos.
- Alejarse del objeto emocional, disminuyendo la carga.
- Provocar cambios de perspectiva entre las personas, nosotros mismos y los problemas.
- Encontrar nuevas soluciones, fomentando la creatividad y la capacidad resolutiva.
- Relativizar, aceptar y afrontar.
La risa, como componente importante del humor, tiene múltiples beneficios:
- A nivel fisiológico tiene un efecto inmunológico potente.
- Es una experiencia orgánica total, que pone en acción multitud de músculos en nuestro cuerpo.
- Reduce el estrés, actuando como válvula de escape y seguridad al mismo tiempo.
- Despierta el espíritu lúdico.
- Estimula la creatividad.
- Produce estados de apertura y flexibilidad.
Cuando tenemos un problema y nos acompañan pensamientos negativos, rumiamos los conflictos, las angustias… el enfrentarnos a ello desde el humor nos ayuda a desbloquear, desinhibirnos y energizar esos pensamientos. Cuando uno se ríe el pensamiento se vacía, por lo que a partir del humor podemos construir pensamientos nuevos… positivos, transfiriendo a la persona la sensación de control de la situación que le provocaba ansiedad y preocupación.
Es una herramienta muy útil para convivir y aprender en un ambiente positivo, mejora las relaciones y favorece la atención y la memoria.
Al profesional que practica el humor le ofrece un carácter de humanidad. Es una estrategia facilitadora que le ayuda a perder el miedo a comunicar y potencia su expresión corporal, conectando así mejor con las personas con las que trata. Ayuda a generar vínculo afectivo, una pauta positiva, complicidad y empatía, armonía, ayudándole a captar la atención de los alumnos y favoreciendo la motivación.
Es evidente que en un clima lúdico uno se activa, se implica y participa más que desde un rol pasivo, como receptor lineal. El humor provoca emoción (sorpresa, alegría…) y por lo tanto nos acerca al foco de atención.
¿Quién no se acuerda de ese profesor simpático, que sonreía o nos hacía reír cuando éramos pequeños? Se recuerdan mejor las buenas experiencias y por lo tanto lo aprendido en ese ambiente agradable y distendido que provoca el sentido del humor.
Este humor en el aula contribuye a mejorar el bienestar personal, el clima de relaciones y mejora el rendimiento, pero también disminuye el estrés del profesor y la carga laboral, ayudando al alumno, también nos ayudamos a nosotros mismos.
Cómo se puede trabajar el humor en el aula (son indicaciones generales que evidentemente hay que adaptar según edad y circunstancias):
- Actividades para iniciar y terminar la jornada con una sonrisa.
- Planificar fiestas en el aula, días especiales dedicados a valores de aula y en relación al sentido del humor: la risa, la sonrisa, el abrazo, los chistes…
- Que cada semana haya un encargado del humor y la sonrisa en el aula.
- Enseñar a los alumnos la importancia y valor de las emociones más desagradables, para identificar y buscar el valor de la información que nos ofrecen de nosotros mismos y lo que sucede en nuestro entorno.
- Hacer de vez cuando un poco más informales las clases formales, usando una metodología un poco más lúdica, flexibilizando.
- Usar técnicas de risoterapia para prepararnos mentalmente para realizar tareas dificultosas, antes de un examen, y así relajarnos y captar su atención.
- Presentar la información y contenidos de una manera “peculiar” y sorprendente, incorporando dinámicas y recursos novedosos.
- Dejar descansos “reales” entre las tareas, fomentando alguna actividad breve y distendida, que implique movimiento y risa y que acompañe en la transición de un trabajo a otro.
- Ponerse las “gafas del optimismo” y jugar a llevar al ridículo en situaciones un poco más serias o preocupaciones del día a día, mediante técnicas de exageración.
- Fomentar la reflexión acerca del aprendizaje de los errores.
- Caricaturizarse a uno mismo.
- Aprender a ser feliz con uno mismo, identificando esas pequeñas cosas que nos gusta hacer cuando estamos solos.
El sentido del humor es una habilidad innata pero también se aprende, no sólo desarrollan el sentido del humor las personas consideradas graciosas. Va más allá de contar chistes y supone ser conscientes del aquí y ahora respondiendo con una sonrisa de aceptación.
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