Desde finales de los años 80 se ha encontrado una forma de clasificar las emociones siguiendo 3 dimensiones. Estas son:
¤ Intensidad (excitación)
¤ Agrado-desagrado
¤ Agresión-sumisión
En realidad este modelo era un modelo de dos dimensiones propuesto por Russell y Mehrabian en 1977 para distinguir las emociones básicas, se puede extender también a los sentimientos, pero aquí lo vamos a utilizar con respecto a las emociones.
La intensidad o activación se entiende como la cantidad de energía que la emoción produce, hay emociones que producen una fuerte activación (también excitación, arousal), mientras en otras esta excitación es baja, como ejemplo se puede poner el enfado y la tristeza. Ambas emociones evalúan pérdidas, pero el nivel de excitación o activación que producen es diametralmente opuesto. Mientras que el enfado produce una gran activación, la tristeza parece extraer toda la energía y deja con un estado de ánimo sin energía. Esto se encuentra relacionado con la función evaluativa y tendencial de ambas emociones. Mientras que el enfado prepara para la recuperación de eso que hemos perdido porque nuestro sistema emocional lo evalúa aún como propio, la tristeza evalúa la pérdida como irrecuperable y no activa, sino más bien introduce en cambios internos afectivos: redimensionar el mundo afectivo que ahora no tiene eso que hemos perdido.
Agrado-desagrado. Las emociones no son positivas o negativas, en su función en nuestro sistema emocional todas son positivas. Por ejemplo el miedo evalúa peligros y por eso tiene la función positiva de prepararnos para esas situaciones. Sinn embargo sí que es intensamente desagradable, el motivo de esto es que nos impulse a salir de esa situación que el sistema emocional juzga de peligro e integridad para nosotros como el ser corporal y social que somos. Desde esta dimensión es fácil distinguir por ejemplo alegría y miedo. El miedo es desagradable y la alegría agradable. Solo hay una emoción que recoge ambas aspectos: la sorpresa, que puede ser agradable y desagradable. En realidad la sorpresa es la apertura a la novedad, al cambio, solo en un instante posterior se transforma en susto (miedo) o en alegría.
Agresión-sumisión. Sin embargo con esta clasificación en dos dimensiones no es posible distinguir dos emociones tan clave como enfado y miedo. Ambas son de alta activación y desagradables. Por ello el mismo Mehrabian en 1995 propuso la introducción de una nueva dimensión: la relación con la “agresión”, en realidad la relación de la emoción con la díada “agresión-sumisión”. Introduciendo esta dimensión enfado y miedo se distinguen netamente, el enfado se polariza hacia la agresión y el miedo hacia la sumisión.
A la vez la necesidad de la introducción de esta dimensión subraya que las dimensiones relacionales son esenciales en nuestro sistema emocional. Es decir somos esencialmente relacionales y nuestras emociones nos sitúan en un sistema social, en este caso además jerárquico, porque la dimensión “agresión-sumisión” no sitúa en igualdad de relación, sino en una jerarquía que tiene arriba y abajo. Esto subraya la importancia de las jerarquías en nuestro pasado evolutivo.
No voy a seguir desarrollando este punto de la sociabilidad del sistema emocional que merece una entrada específica, sencillamente dejo aquí esta pequeña reflexión.
(El rostro del bebe de la fotografía expresa claramente sorpresa, que puede estar ya derivando a susto, algo que indica la mano que se lleva a la boca como para impedir que «todo» entre)
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