Resumen: Para que el alumno sea protagonista de su proceso tiene que tener capacidad real de decisión sobre su aprendizaje. Si el docente sigue decidiendo las tareas del aprendizaje, cualquier intento de declarar al alumno protagonista resultará sencillamente maquillaje de un estilo autoritario o, peor aún, paternalista. Solo llegar hasta el estilo empático posibilita realmente que el alumno sea protagonista de su proceso.

Muchos sistemas o metodologías educativos actualmente afirman situar al alumno en el centro de su proceso de aprendizaje, pero para conseguirlo hay una condición necesaria en el estilo de la relación que se establece entre el docente y el alumno.

estilos relacion2Los estilos de relación son básicamente 4: autoritario, paternalista o manipulador, democrático y empático. Estos estilos se distribuyen en 2 ejes: el eje tarea-persona, y el eje directivo (decide el docente)- facilitador (decide el alumno). En los estilos autoritario y paternalista es el docente el que decide la tarea y cómo se ejecuta esta, es decir, en estos estilos, obviamente, el alumno no toma la decisión y por tanto no puede ser protagonista.

En los estilos democrático y empático, cuando decide el alumno, la función del docente es ser un facilitador de la decisión. En estos 2 casos es cuando se puede dar la posibilidad de que el alumno sea protagonista, pero vamos a verlo con más detalle.

Efectivamente en los dos estilos el docente recaba la decisión. La diferencia es que en el democrático se dirige al problema, a la tarea: “¿cómo queréis/quieres hacer esto?” Lo importante es que se realice la tarea y que esta sea decidida por los alumnos/el alumno. Es decir el docente pregunta al alumno cómo hacer una determinada tarea, incluso si hacerla o no. La iniciativa de plantear la tarea es del profesor.

En el empático el docente se dirige a cómo se siente el alumno con el problema o tarea: “¿Cómo te sientes con esto?” o “¿qué te hace sentir esto?” En este caso la ejecución de la tarea no importa, lo que importa es cómo está viviendo el alumno la tarea.

Es importante la distinción porque lo que permite gestión emocional es el estilo empático, el democrático lo que hace es incrementar la implicación: responsabiliza de la tarea, pero la tarea sigue siendo puesta por el profesor. El paso de la implicación es importante, pero no es suficiente para convertir en protagonista al alumno.

En el empático se cuestiona hasta la tarea, por ejemplo: «profe, me parece una tontería eso que pregunta», “esto no sirve para nada”. Ambas expresiones significan un cuestionamiento radical de la tarea y por tanto permiten una entrada real del alumno con sus intereses y, por tanto, con su propia tarea.

Solo el estilo empático permite sumar a la implicación la posibilidad de cuestionar la tarea y plantear nuevas fuera de la idea que el docente tenga de la tarea, y por ello solo el estilo empático permite realmente situar al alumno como protagonista del proceso de aprendizaje.