Resumen: Todos los cambios biológicos meten emocionalmente al adolescente hacia dentro. El adolescente conecta bien con sus iguales y mal con los de edad diferente. Aparecen criterios “nuevos” de comportamiento. Esos criterios son un absoluto para el adolescente. El adolescente necesita enfadarse porque necesita que se respete su nueva forma de actuar. Los adolescentes tienen muy poca sensación de riesgo. Esta depresión del sentido del riesgo, que les lleva a comportamientos claramente fuera de lo que los adultos consideran prudente.

Dentro de esta excursión, en la que llevamos ya varias entradas, sobre las etapas del adolescentesdesarrollo, quiero hacer una ya sobre la adolescencia,  ya que seguro que va a proporcionarnos material para varias. Me voy a centrar en el aspecto meramente emocional, desde mi punto de vista y más bien formulando hipótesis (mi opinión de porqué sucede), que proceden de mi observación, pero que necesitan aún comprobaciones.

 La adolescencia es un brusco cierre a la empatía. La niña de diez años empatiza perfectamente con su madre por el fallecimiento de su abuela, mientras que al llegar a los doce (al iniciarse los cambios biológicos de la adolescencia) de pronto la misma niña se torna una extraña a la mirada de la madre porque ya no quiere saber nada de lo que le sucede. La adolescencia es una nueva época egocéntrica (después de la que se produce aproximadamente al año de edad).

el-estrés-en-los-adolescentesTodos los cambios biológicos meten emocionalmente al adolescente hacia dentro, pues necesita la energía para sus propios cambios. Al nivel psíquico y emocional esto provoca una revisión de sus vínculos de relación fundamentales. Esos vínculos establecidos en la primera infancia son ahora puestos en discusión. El adolescente conecta bien con sus iguales y mal con los de edad diferente, tanto si son niños, quiere marcar distancias con esa edad de la que en realidad solo está saliendo, y con los adultos, quiere marcar su independencia con criterios propios y no recibidos de figuras significativas como ha sucedido hasta ahora. Esta conexión ya no es empatía (que lleva a conectar con los demás en el sentimiento del otro), sino simpatía (conexión en un sentimiento común: solo conecto con aquellos que lo tienen).

De este modo se forma un grupo de amigos, y como los criterios de comportamiento social no están afianzados, se va crear un fenómeno imitativo entre ellos. No aceptan los criterios venidos de otras edades, pero aceptan con suma facilidad los que proceden del mismo nivel, del grupo de amigos, y tienden a vestir todos igual, a repetir comportamientos. Esto además tiene otra característica: aparecen criterios “nuevos” de comportamiento, que deben ser nuevos para el grupo de adolescentes, y si descubren que no lo son, los cambiarán, a no ser que pertenezcan a un grupo que revolucione (se enfrente) a la ideología dominante en su ambiente. Además esos criterios de comportamiento, sociales, morales son un absoluto para el adolescente. Por ello quien no está en la onda, está fuera del mundo, no sabe lo que está pasando (lo nuevo).

Búsqueda de criterios nuevos implica rotura con los anteriores. A nivel emocional implica mucho enfado. El enfado es la emoción relacionada con la libertad. La adolescencia es la época de la creación de esa libertad nueva, precisamente apoyada en nuevos criterios y valores. El adolescente necesita enfadarse porque necesita que se respete su nueva forma de actuar.

Revisión de vínculos y revisión de valores. Dentro de esta revisión de valores el adolescente tiene que adoptar nuevos, para ello también tiene que arriesgar porque necesita romper los límites de lo anterior, de lo que se ha encontrado. Por ello los adolescentes tienen muy poca sensación de riesgo.

Esto lleva a que tienen una relación con el miedo especial. Por un lado su nivel de seguridad de la pirámide de Maslow sigue básicamente cubierto por sus padres, sus vínculos significativos, lo que hace que no perciban las necesidades de trabajo, salud, familiar, etc. Por otro tienen esta depresión del sentido del riesgo, que les lleva a comportamientos claramente fuera de lo que los adultos consideran prudente. Como tercera faceta, tienen necesidad de experimentar el miedaodlescente_puenting1o, quieren vivirlo, encontrarse con él y vencerlo. De aquí su predilección hacia las películas de miedo: situaciones extremas de miedo. A esta faceta le llamaría gusto por el miedo.

Consciente de que hay todavía mucho más que decir, recopilo las emociones que han salido, depresión de la empatía (desconexión de los vínculos de la infancia), potenciación de la simpatía (conexión con los iguales), enfado (para lograr el propio espacio de desarrollo), y miedo (que ha perdido sus límites referenciales).