Hay algunas cosas que están en el marco de cómo entendemos debe ser la educación y que efectivamente no nos planteamos. Una de ellas es que la educación debe ser para todas las personas. Es decir damos como un principio el que la sociedad, cada sociedad o Estado concreto se debe organizar para que todas, absolutamente todas, las personas que nacen en su seno reciban una educación. Esa educación les debe capacitar para poder vivir adecuadamente, y no sencillamente sobrevivir en esa sociedad en la que nacen. Entendemos por ello que la educación es el modo en que los ciudadanos se preparan para la vida en la sociedad, en una determinada sociedad. En esta consideración no tenemos en cuenta demasiado la historia. Y la historia nos dice que eso no ha sucedido nunca. Todas las civilizaciones que hemos conocido se han forjado por el liderazgo de una élite que detentaba el monopolio del poder político, económico y de la educación. La sociedad más orientada a la educación de los ciudadanos que conocemos, y cuyos frutos siguen estando vigentes aún hoy día, es la sociedad griega clásica. En esta la educación, que fue el artífice de su grandeza y de sus realizaciones, no estaba dirigida a la totalidad de las personas, sino solo a los que tenían la ciudadanía, a un grupo escogido, a una élite. El resto de la sociedad, los esclavos, era la fuerza de trabajo sobre la que ese grupo escogido vivía. […]