Entrada escrita por Begoña Morales López, profesora de infantil.
Un buen amigo, allá por el mes de diciembre de 2013, me recomendó la lectura de este libro: Mora Teruel, Francisco Neuroeducación. Solo se aprende aquello que se ama. Alianza. 2013. El título me pareció muy sugerente así que me decidí a leerlo. Desde el primer momento me enganchó, aunque tengo que reconocer que en algunos momentos estaba un poco perdida con las partes del cerebro y tuve que ponerme al día.
Según avanzaba mi lectura, me sentía más convencida de la importancia de trabajar las emociones en la educación.
“…es esencial conocer el mundo de las emociones para captar la esencia de la enseñanza. La elaboración de las emociones corresponde a otro cerebro dentro del cerebro que se conoce como sistema límbico o cerebro emocional. La emoción es la energía que mueve el mundo. Su importancia principal radica en que lo que se ve, se oye, se toca, se paladea o se huele, tras ser analizado sin significado emocional alguno por las correspondientes áreas sensoriales específicas de la corteza cerebral, pasa por el filtro del sistema emocional y es allí donde a esas percepciones sensoriales, ya creadas, se las acuña con la etiqueta de bueno o malo, atractivo o rechazable interesante o soso. Y es después cuando esa información, ya coloreada con ese significado emocional, pasa a las áreas de asociación de la corteza cerebral donde se construyen los procesos mentales, de razón y pensamientos, y se elaboran las funciones ejecutivas complejas. (…) Cognición-emoción es, pues, un binomio indisoluble que nos lleva a concebir de cierto que no hay razón sin emoción. Binomio cardinal para entender la esencia de lo que es enseñar y aprender.”
Francisco Mora nos plantea la importancia de unir dos campos muy importantes la neurociencia y la educación. “Neuroeducación trata, con la ayuda de la neurociencia, de encontrar vías a través de las cuales poder aplicar en el aula los conocimientos que ya se poseen cobre los proceso cerebrales de la emoción, la curiosidad y la atención, y cómo estos procesos se encienden y con ellos se abren las puertas al conocimiento a través de los mecanismos de aprendizaje y memoria. Y de estos conocimientos sacar provecho e intentar aplicarlos a los alumnos y los mismos maestros y profesores.”
Su lectura me ha aportado nuevas estrategias en mi labor docente, tanto en lo referente a la importancia de que los alumnos sientan la emoción de aprender, como en los aspectos referente al tiempo atencional, algo realmente importante ya que de ello va a depender que el alumno sienta la emoción por aprender algo nuevo o si el tiempo atencional que se exige es excesivo para su edad hará que pierda dicha emoción. “Hay que «encender» primero la emoción. Todo esto debe llevar a crear métodos y recursos capaces de evocar la curiosidad en los alumnos por aquello que se le explica (…) Métodos siempre adaptados a la alegría, al despertar, al placer y nunca al castigo”, nunca a crear el miedo (añado yo).
En mi opinión es un libro que todos los maestros deberían leer, y si realmente se lo toman en serio cambiarían muchas cosas en su forma de enseñar.
En el mes de enero de este año aparece publicado en un blog de El País un extenso artículo sobre este libro destacando sus aspectos más relevantes, que os sugiero leáis para haceros una idea del libro, aunque sin lugar a duda mi recomendación es que os leáis el libro.
[…] http://antonioesquivias.wordpress.com/2014/04/15/solo-se-aprende-aquello-que-se-ama-francisco-mora-t… […]