Hace un tiempo que no publico sobre Noor y mis observaciones de sus emociones y reacciones. Es un tipo de entrada que me gusta especialmente y solo por ello ya merece la pena, pero es que también me parece esta actitud de observación, con una mezcla de curiosidad y de admiración, de cada persona, de cada alumno, es necesaria para quien debe realizar educación emocional o cualquier gestión emocional. No dejemos de sorprendermos.

En el camino del colegio a casa Noor y yo pasamos por una plaza que tiene varias rejas en el suelo, alguna bastante grande, que tapan agujeros de más de 10 metros de profundidad, que deben ser salidas de ventilación de un intercambiador de autobuses cercano. Son rejas que dejan ver perfectamente que debajo hay un gran espacio.

Noor se ha comportado ante esta reja del mismo modo que se comportaban todos los perros que he tenido: primero con miedo y, si se les forzaba a pasar, con infinitas precauciones en cada paso, demostrando el intenso miedo que sienten. Esto a pesar de que, para un adulto, resulta obvio que es imposible caerse, dada la dimensión del espacio de la reja.  Para Noor ha sido como un aprendizaje y ahora cada vez que pasamos quiere pisar y ver lo que siente. Se ve que experimentar el miedo es importante para ella, es superar un reto, una dificultad.

En lo primero se ha comportado como un animal, lo he visto en perros y también he visto que en la montaña cercana a Madrid algunas puertas tienen, para evitar que pase el ganado, un sistema parecido: una reja que deja ver un hueco debajo, y así las vacas no pasan. Pero Noor ha aprendido, incluso ha disfrutado con su experimentación del miedo, este comportamiento ya no lo he visto en los perros (yo no soy experto en perros), y esa experimentación le ha permitido disfrutar con su nueva experiencia y ahora cada vez que pasamos tiene que pasar por encima de la reja, experimentar la dificultad. Supongo que esto durará un tiempo, hasta que lo domine y la impresión que produce superar el miedo, superar los límites, desaparezca.