Resumen: los motivos que tuvimos mi mujer y yo para sacar a Noor de la Escuela Infantil son básicamente de educación emocional: el vínculo con su maestra. Son muy similares en muchos padres en todas las etapas de la educación. Es una capacidad que no se puede dejar a la buena voluntad del docente sino que precisa una formación específica y profesional.
El año pasado Noor acudía a una Escuela Infantil Pública. Este año acude a un colegio, también público. No he llegado a poner por escrito los motivos que nos llevaron el año pasado a cambiarla a mi mujer y a mí, quizá porque me parecían agresivas. Ahora me he decidido a explicarlo porque me parece que es algo que sucede con frecuencia y que pone de relieve la importancia de una educación emocional mucho más profesional.
Al comienzo del curso académico pasado, es decir el 2011-12, Noor tenía casi dos años y comenzaba su segundo año en la Escuela Infantil. Como suele suceder con niños tan pequeños, al dejarla por la mañana se quedaba llorando. Esto duró el mes de septiembre y algo de octubre. Poco a poco Noor se iba quedando más contenta y sin dificultades en su “cole”. Así fue transcurriendo el curso, pero al llegar a abril, de nuevo Noor comenzó a llorar y poner dificultades para ir al colegio. Era evidente que le estaba costando ir. Yo la dejaba en el colegio la mayor parte de las mañanas y comprobaba que era diferente según quien fuese la persona que la recibía. Había 2 profesoras que atendían habitualmente el aula, y Noor siempre se iba con una de ellas y no con la otra. Cuando esta profesora estaba sola, costaba especialmente dejarla y se agarraba a mí. Esto es como la prueba del 9, la comprobación para cualquier padre o madre. Una de las 2 profesoras no había creado bien el vínculo con Noor. Los niños de esa edad, entonces 2 años y pocos meses, son muy directos en sus vínculos emocionales, y no engañan.
Además mi mujer se había fijado en que Noor había generado algún miedo en la relación, como si tuviese miedo de que la regañásemos. A ella le preocupaba fuertemente la creación de miedos a esa edad temprana. Por mi parte, además de comprobar lo que decía mi mujer, también encontré algunos elementos de excesiva disciplina, como por ejemplo como se ponía para que la limpiase después de hacer sus necesidades. Disciplina extraña en una niña de esa edad, que además, y ya he escrito sobre ello, no percibe el asco y este es aprendido.
Juntando los 3 elementos, llorar al dejarla en el cole, los miedos y la disciplina exagerada, decidimos cambiarla de colegio. Realmente con el primero de esos elementos habría bastado, pero pienso que nunca se dan solos, siempre se produce un cuadro. El caso es que a esa edad para nosotros ha sido más importante el bienestar emocional que otras consideraciones.
Me he animado a poner esta consideración ahora porque pienso que nosotros reaccionamos como cualquier padre o madre con su pequeño. De un modo intuitivo, a veces no verbalizado expresamente, pero los padres o los cuidadores de un infante perciben la importancia para este de sus vínculos y actúan para protegerlos. Además pienso que en muchos cambios de colegio, esto ya a todas las edades, influye de modo poderoso este punto de las relaciones establecidas: cambiar significa en primer lugar cambiar las relaciones y así con nuevas relaciones crear una nueva oportunidad. Evidentemente en esos cambios influyen malos resultados académicos, pero en mi opinión para que se tome la decisión de un cambio de colegio deben darse ambos elementos conjuntamente: malos resultados y también mala relación con los profesores. No son los únicos motivos, pero son los motivos que más presentes se encuentran.
Los profesores y profesoras de infantil son muy conscientes de la importancia del vínculo con sus alumnos. En mi opinión falta formación en educación emocional para que esa conciencia no se quede en la simple buena voluntad del docente y este adquiera herramientas para saber cuidarlo. Esto es una parte básica de la cualificación profesional del profesorado. Es decir, no se puede dejar a un simple buen hacer o buena actitud del docente, es necesario un aprendizaje específico, porque esta capacidad de crear vínculo se va a convertir en crucial para la profesionalidad del maestro.
Esto se hace especialmente agudo a las edades de la etapa de infantil, desde 0 a 6 años, aunque en mi opinión sigue siendo importante durante toda la educación aunque evidentemente el tipo de vínculo evoluciona y no es lo mismo la relación en infantil o en primaria o en secundaria.
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