Noviembre 2012. Hace ya meses que Noor juega imaginando cosas que no existen. Lo hace con sus hermanos, especialmente su hermano Ismael de 15 años. Se trata del conocido juego infantil de quitar la nariz. Su hermano hace que le quita la nariz con los dedos de la mano haciendo una pinza y le dice: «me llevo tu nariz», o frases similares.
Siempre me ha sorprendido la seriedad con la que Noor se ha tomado el juego y no permite que el otro se quede con su nariz (imaginaria) y se enfada hasta que se la devuelve. Esto como es de suponer hace mucha gracia a su hermano que insiste de nuevo en hacer que se la quita, y de nuevo el enfado de Noor para recuperarla. Para Noor no parece algo imaginario sino algo que sucede de verdad.
En las quizá últimas 2 semanas Noor ha empezado a jugar a repartir comida imaginaria, y nos tiene a toda la familia comiendo tartas o diferentes cosas que saca de un plato vacío o, como ayer, de un pequeño cuenco que llevaba su chupete. De ese modo ella imita lo que hacemos su madre y yo en la cocina.
La imaginación es un elemento fundamental que permite experimentar el mundo, un mundo creado, pero que va a poder ser real. Es un mundo que imita el mundo que ella observa, pero al imaginarlo le permite manejarlo, utilizarlo. Para ella es importante, es real e insiste hasta que te comes la tarta imaginaria. Y una vez que ya ha conseguido que los demás entren en su juego, elemento que me parece importante, entonces ya no para, venga a traer cosas y todos a comer, ayer cenamos 3 veces antes de que llegase la cena preparada por mi.
Luego también es un elemento relacional importante que le permite jugar un papel que la sitúa en el centro de las relaciones familiares. Luego es desarrollo de la imaginación, de la exploración del mundo y también de las relaciones, y ambas de un modo relacionado. La exploración del mundo y la de las relaciones van de la mano.
La última creación de su imaginación tiene ya mucha más consistencia: ahora tiene un perrito imaginario, con una correa imaginaria y lo pasea cuando va a pasear al parque como esta mañana. Una vez yo la he cogido para saltar una pequeña valla de la zona de juegos y ella ha vuelto atrás a ayudar a su perrito imaginario a que también saltase la valla. También le ha enseñado a cruzar la calle, y ha habido un problema al entrar al ascensor de vuelta a casa. El perrito debía llamar al ascensor, así que yo le he tenido que explicar que los perros no llaman al ascensor, porque me veía esperando a que el perrito se decidieses a hacerlo. Ahora es un ser vivo que ella cuida, que conecta con sus juegos, que hace vínculo.
Me parece importante también el punto de vista de la recepción del juego. Si la familia no le hiciese caso el juego se acabaría, o se haría con dificultad y con ella su experimentación del mundo y el desarrollo de su imaginación.
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