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Hasta los 8 o 10 años de edad los niños no entienden la ironía y sin embargo la utilizamos. En su tercera acepción de la RAE, ironía es: «Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice». La primera es, «burla fina y disimulada». Los niños no lo entienden porque su comunicación es directa, entiende poco de decir una cosa queriendo decir otra, de burlas y de disimulos.

En resumen, cuando utilizamos la ironía creamos para el niño un ambiente de inseguridad, a través de crear una distancia afectiva. Los niños necesitan seguridad que es fundamentalmente afectiva. Después de las necesidades básicas cubiertas, lo primero que necesita un niño es la seguridad del vínculo con las figuras significativas y las que están a su cuidado y la ironía pone en duda precisamente esa seguridad del vínculo.

Seguridad de la comunicación, el niño no debe encontrarse que su comunicación no es aceptada. Eso es precisamente lo que hace la ironía: dudar de la comunicación del otro y con los niños la palabra es confianza.

Debemos confiar en lo que nos dice el niño. Evidentemente alguna vez nos engañará, entre otras cosas porque tiene que aprender el valor de las palabras, aprendiendo a mentir. Pero es mejor que nos mienta alguna vez que perder la confianza. Sencillamente cuando descubramos la mentira, si lo es, se lo decimos y restauramos la confianza. Esto va haciendo más consistente la comunicación. Es decir hay que dar valor real a la comunicación del niño y no desvalorizarla porque es de un niño. Cuando más valoremos la comunicación del niño más sólido va a ser nuestro vínculo con el/ella.

Esto no quiere decir que no haya sentido del humor en la comunicación, sino que tenemos que distinguir burla de sentido del humor. Burla aparece en la definición de ironía, sentido del humor no. El problema con la burla es que desprecia a la persona, la considera incapaz en alguna medida. El sentido del humor, la broma, en la comunicación con los niños es bueno, incluso muy bueno, pero la burla es mala. La burla es una herramienta de la ironía.

Como un trabajo importante de autoconocimiento, cada vez que utilizamos la ironía, deberíamos tratar de descubrir los motivos que nos han llevado a hacerlo. Seguro que descubrimos intencionalidades que dejan de lado al niño y aparece nuestro cansancio o nuestro mal humor u otros motivos por los que hemos hecho pagar al niño que no tenía nada o poco que ver con ellos. Este trabajo posterior a la utilización de la ironía puede ser muy importante para ayudarnos a utilizar nuestra comunicación de un modo más seguro.

Lo que digo en esta entrada sirve tanto para padres como para docentes y cuidadores y significa un gran cambio en el modo en que nos relacionamos con los niños, en el modo en que les apoyamos en su crecimiento, creando un clima de seguridad afectiva, que es nuestra finalidad más importante en nuestra relación con ellos.