Resumen: Fin de año es la celebración universal del paso de tiempo. El tiempo es importante para el hombre porque es limitado y nuestra vida se juega en él. Los sentimientos de fin de año son alegría por lo vivido, por lo logrado y disfrutado.O tristeza cuando sentimos que hemos perdido en ese tiempo vivido. Miedo, en su versión de preocupación, que es la emoción que mide los peligros del tiempo. No genera enfado. Nochevieja, celébranos el tiempo, celebramos la vida
Estamos a pocas horas de esa celebración universal del paso de tiempo que es fin de año. Empieza por ser algo convencional, es la civilización occidental la que ha puesto el fin de año en esta fecha, mientras otras culturas, como la china o la musulmana, lo tienen en otros momentos… En su fondo lo que todas las culturas celebran es el tiempo, el paso del tiempo. El tiempo que ha pasado y el tiempo que va a venir.
El tiempo es importante para el hombre porque es limitado. Los griegos tenían una gran razón al considerar que el rasgo que distingue a los humanos es que son mortales. Igualmente las emociones tienen sentido en un tiempo limitado, y la celebración del tiempo también.
El miedo tiene sentido porque al final en el fondo, está en juego nuestra supervivencia, es decir nuestra vida, nuestro tiempo limitado. Si fuésemos inmortales… ¿a qué miedo podríamos sentir miedo? Las preocupaciones desaparecerían. La alegría por conseguir algo también quedaría diluida en un espacio infinito. Siendo inmortal pierde sentido hasta el comer, si no te vas a morir comas o no, ¿para qué comes? El comer no tiene que ver contigo.
La epopeya de enamoramiento adolescente que es la saga Crepúsculo, donde la heroína mortal, se enamora de un vampiro inmortal, tiene sentido en un tiempo limitado, esa es la contradicción del argumento. En un tiempo ilimitado, aún una emoción tan intensa como el enamoramiento se diluye. El enamoramiento tiene una fuerza en nuestra vida porque la compromete y no podemos volver a vivirla. Vamos a poner un límite: puede llegar a comprometer hasta 50 años en una pareja muy longeva, pero sin llegar a eso, vamos a poner un tiempo pequeño, que es el que mucha gente dice que los efectos de un enamoramiento intenso, el de las mariposas en el estómago: 5 años. Bueno, pues aunque sean solo 5 años, esos 5 años no vuelven, y además nos cambian y cuando terminan somos otro, nuestra vida ha tomado un giro diferente, ya no es la misma. Para el vampiro que tiene años ilimitados 5 años no tienen interés, en 5000 años 5 no aportan nada, y él tiene muchos más a disposición, luego no se juega nada, tendrá otro ilimitado número de oportunidades de enamorarse… pero en tal caso ya enamorarse no aporta a la vida ese sentido de novedad, de radicalidad que aporta el enamoramiento de un mortal, de alguien que se juega el tiempo de su vida con ello.
Luego en el fin de año celebramos el tiempo concreto que nos ha tocado vivir, el que tenemos que no es ni puede ser otro, como le sucedería al vampiro inmortal que siempre va a pensar que hay más oportunidades y más, y más, hasta hacer que los de este momento concreto se diluya, porque no le implica en serio, no se juega su tiempo, su vida. Porque el enamoramiento es eso, jugarse la vida, encontrar algo por lo que apostar la vida, esa mortal, limitada que tenemos.
Y los sentimientos concretos de nuestro fin de año son predominantemente alegría por lo vivido, por lo logrado y disfrutado en el tiempo que ya ha pasado y porque tenemos nuevo tiempo a disposición… o tristeza cuando sentimos que hemos perdido en ese tiempo vivido, que no estamos ni donde ni con quien queremos estar, que nuestra apuesta por el tiempo genera pérdidas. Alegría o tristeza.
También miedo, es su versión de preocupación, que es la emoción que mide los peligros del tiempo por venir. Estas preocupaciones pueden ser muchas, pero se refieren a un tiempo imaginado, futuro, previsto, no tanto al tiempo real. Por ello el miedo, la preocupación, no es el sentimiento predominante en el fin de año que celebra el tiempo real transcurrido y la nueva oportunidad al estar vivo ante un nuevo tiempo.
El fin de año no genera enfado, porque, esto es algo curioso, sabemos que es nuestro tiempo y enfadarnos porque no estamos de acuerdo con el tiempo que nos ha tocado vivir. Esto es raro, porque normalmente no consideramos el tiempo propiedad nuestra, un derecho sobre el que ejercer nuestra capacidad de decisión, consideramos que es lo que nos toca, y si nos toca vivir como ahora en España, una crisis, pues ese es nuestro tiempo… no sentimos que esté en nuestro poder cambiarlo, por eso el enfado no aparece, si podría aparecer otros sentimientos: el ya indicado de la preocupación, frustración por no estar donde nos gustaría estar, y sobre todo desesperanza, hermana de la tristeza y que indica precisamente que no le vemos salida al tiempo.
La alegría genera ilusión, que es alegría en el tiempo, la ilusión nos abre el futuro, la desesperanza implica que ese tiempo se ha cerrado. Para nuestro vampiro inmortal con un tiempo infinito a disposición, todos estos sentimientos se desvanecen, pierden su consistencia.
Fin de año, alegría de que hemos vivido, de que seguimos viviendo, de que seguimos viviendo, que podemos seguir vivos. Esta es al final la gran esperanza a la que el ser humano se agarra, está vivo y de algún modo eso le hace intuir que puede cambiar el futuro, la vida se abre espacio contra la tristeza.
Nochevieja, celebramos el tiempo, celebramos la vida.
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