Resumen: La escucha activa tiene siempre algo de superación de los propios límites, por ello no es sencillamente una técnica, necesita una actitud de apertura a lo nuevo, a lo desconocido a lo que excede nuestra experiencia personal. Por esto le llamo escucha global.
En los últimos años cuando veo entradas sobre escucha activa me da la impresión de que cada vez más se reduce a una técnica. Yo no pienso que no tenga aspectos de técnica, ya que tengo netamente claro que la escucha activa es algo que se puede aprender y son precisamente esos aspectos de técnica los que se pueden aprender. Pero me importa también mucho que se entienda que no se puede reducir a una técnica, sino que la escucha tiene siempre un aspecto global de la percepción humana. Tiene siempre algo de ir más de los propios límites de percepción, tiene algo de sentirse parte de algo más grande. Tiene algo de confianza porque formo parte de algo más grande y puedo escucharlo y escucharlo, eso más grande. La escucha necesita una actitud de apertura a lo nuevo, a lo desconocido, a lo que excede nuestra experiencia personal.
Por ello quiero hacer esta entrada con un texto de Krishnamurti sobre la escucha, que apunta directamente a esa superación de los propios límites que es siempre la escucha, que es siempre tratar de acceder a otra persona, a su intimidad a su modo de entender la vida.
El texto es el siguiente:
«Así que, por favor, aprendan el arte de escuchar, no solamente a quien les habla, sino a la esposa, al marido, a sus hijos, escuchen los pájaros, el viento, la brisa, de modo tal que se vuelvan extraordinariamente sensibles en el escuchar. Cuando uno escucha, capta las cosas rápidamente, no necesita un montón de explicaciones, descripciones y análisis; uno fluye junto con el otro. Nosotros estamos departiendo como dos amigos que están tranquilamente sentados en un parque, o en un bosque; cantan los pájaros, hay mucha luz que llega por entre las hojas y se proyecta sobre el suelo. Existe un sentimiento de aprecio por la belleza. Cuando uno escucha así, ocurre el milagro. Escuchar de este modo es como plantar una semilla. Si la semilla es vital, fuerte, sana, y el terreno ha sido adecuadamente preparado, es inevitable que la semilla germine. Por lo tanto, uno ha de aprender el arte de escuchar. Si escuchan con sumo cuidado, captan muy rápidamente el significado de lo que el otro está diciendo». (Krishnamurti, La Mente que no mide, © KFT 1984).
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