En la Educación Emocional se habla constantemente de emoción, de sentimiento, de gestionar la emoción, etc. Y se corre el riesgo de olvidar un dato importante: la emoción no es un elemento aislado ya que en la interioridad psíquica se da siempre como un patrón emocional. En esto sigo a Leslie Greenberg y su Terapia Focalizada en las Emociones y a su experiencia de toda una vida de trabajo emocional.
El patrón emocional es un paquete que integra las sensaciones físicas corporales, las emociones, los sentimientos y la respuesta o conducta que origina. Este paquete es lo que el sistema emocional de cada persona almacena y es lo que va a surgir cuando la persona contacte con situaciones similares. Tener esos paquetes de respuesta es una ventaja porque así no tenemos que plantearnos cómo responder en cada situación ya que recurrimos a situaciones similares ya vividas.
Es decir los patrones emocionales marcan nuestra respuesta a las situaciones. Pero marcar las situaciones también las condiciona y las hace repetitivas, de modo que cada persona responde habitualmente del mismo modo a las mimas cosas. Es decir, el modo como se almacenan las emociones determina un comportamiento fijo (hábito de respuesta). Es decir almacenar en patrones tiene muchas ventajas, pero también tiene sus limitaciones.
Este esquema de respuesta es lo que hay que modificar cuando la emoción ya no es adaptativa, es decir cuando nuestra respuesta no es adecuada a la situación. Algo fácil de entender ya que respondemos a situaciones del ahora con patrones formados con respuestas a situaciones del pasado.
Modificar el patrón emocional se realiza accediendo a la emoción tal como se almacenó en el pasado, hay que abrir el paquete y acceder a esa emoción que está provocando respuestas actuales con datos antiguos y normalmente creando un fuerte malestar. La modificación se hace con el proceso de focalización de la emoción. Una vez que se accede de verdad vivencialmente a la emoción, esta se modifica siempre y nuestro comportamiento se flexibiliza. Este es un trabajo de gestión emocional, en realidad el más delicado de esta. Necesita también acceder a la fuerza de la persona, esa fuerza interior que lleva a disfrutar de la vida y a agarrarse a esta, que toda persona tiene, aunque a veces se encuentre muy atrapada en patrones emocionales desadaptados, en paquetes de respuesta fija que se lo impiden.
Este trabajo exige una buena competencia en la gestión emocional y en algunos casos la actuación de un especialista. Sin embargo no es una patología. Todos tenemos patrones ya desadaptados. Patrones desaptados por el modo en que se formaron y que la misma vida con su cambio constante se encarga de agudizar. No podemos responder a la vida de un modo empaquetado, y mucho menos si cerramos el paquete hace ya muchos años y ya no digamos si fue en una situación traumática. Se trata de un trabajo de actualización que toda persona debe hacer para adaptarse bien a la vida y quitarse lo que se le quedó ahí dentro y que sabe muy bien que ya no sirve.
Con los niños cuantos más jóvenes es más fácil, porque aunque solo sea por tiempo tienen pocos paquetes cerrados y se encuentra totalmente abiertos a la vida, su gran ventaja. Pero también pueden tener patrones desadaptados y ya en la escuela infantil un niño puede coger miedo ante un maestro autoritario o sencillamente muy formal y a partir de ahí dar respuestas de sumisión en las relaciones con las personas que verdaderamente no son adaptativas. No digo esto por decir, lo digo con conocimiento de casos concretos. La Educación Emocional y la necesaria competencia en gestión emocional de los docentes es una herramienta imprescindible para su responsabilidad de trabajar con personas.
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