Carlos Castilla del Pino (Teoría de los sentimientos, Ed. Tusquets, 2000) distingue 3 funciones básicas en emociones y sentimientos. Estas son:

  1. Vinculativa
  2. Expresiva
  3. Intencional

A) Vinculativa. Todas las emociones tienen esta función por la que quedamos ligados a los lugares o personas a las que se refiere la emoción. La función vinculativa actúa sencillamente por el mecanismo básico de la aceptación-rechazo. Es decir vincula positivamente o genera rechazo. De este modo todo el panorama de nuestras emociones, de lo vivido, queda teñido por esta vinculación, es decir queremos repetir la experiencia y volver al sitio o recuperar el objeto o volver a ver a la persona, y en el caso contrario no queremos ni volver ni recuperar el objeto, ni encontrarnos de nuevo con la persona.

A través de esta función las cosas, las personas, los objetos dejan de sernos indiferentes y quedan ya teñidas por el marco emocional y de algún modo los hacemos “nuestros”, pertenecen a nuestro mundo (o no, son rechazados).

Sin embargo hay que darse cuenta que el rechazo no es indiferencia ante el objeto, sino una poderosa forma de vinculación con él. En el mundo emocional se pasa de la aceptación al rechazo, pero la vinculación existe en ambos casos, la neutralidad se da en la indiferencia y para ello es necesario que no haya, ni haya habido contacto con el objeto, porque todo contacto de una persona genera esta función vinculativa, por tenue que sea.

B) Expresiva. Esto significa que no cabe sentir una emoción sin que esta en el mismo acto se exprese, es decir pueda ser percibida por los demás e integrada como información relevante. Como ya hemos indicado en otros sitios sentir una emoción conlleva a la vez que un aspecto cognitivo, un aspecto somático. Este aspecto somático significa que nuestro cuerpo experimenta modificaciones que son visibles externamente por los demás. Esto se refiere especialmente a las modificaciones que se experimentan en el rostro, pero afecta a todo el cuerpo. Cada emoción efectúa unas modificaciones que son específicas y por tanto observarlas indica la emoción que se está experimentando a los demás. El sujeto que experimenta una emoción puede en cierta medida controlar los efectos somáticos visibles externamente de la emoción que experimenta, pero no puede hacerlo de una forma total, de modo que la emoción es, aunque más tenuemente que su efecto en el sujeto, detectable externamente. Esto quiere decir que los sentimientos se muestran y que una parte muy importante de nuestro ser relacional radica en esta capacidad. Es decir es inherente al mismo existir de la emoción que esta sea expresiva, es decir detectable por los demás.

C) Intencional. Significa que con el sistema emocional realizamos una 16961625_sorganización axiológica y subjetiva de la realidad. La realidad a la que accedemos, para nosotros toda nuestra realidad, queda finalizada en función de nuestros propios fines como organismo biológico que tiene un cúmulo de necesidades. Para explicar esta idea suelo poner el siguiente ejemplo: si dos personas hacen un recorrido por la misma calle y al terminar se les pregunta qué han visto, es casi seguro que la respuesta va a ser diferente. Puede haber alguna cosa en la que se hayan fijado ambos pero es seguro que habrá varias que uno ha visto y el otro no. Esta mirada, este fijarse en unas cosas si y en otras no, viene fijado por nuestros intereses, y nuestros intereses vienen marcados por nuestras necesidades (si tengo hambre voy a detectar una panadería cuando paso por delante, que de otro modo pasaría a lo indiferente, a lo no detectado) y por nuestros enamoramientos y nuestras vivencias. Es decir la realidad no es neutra para nosotros, sino que está organizada, organización que es intencional: nos sitúa de modo activo en relación a ella. Estos quiere decir que el sujeto hace los objetos «suyos» y neutros (pasan desapercibidos) y los «suyos» se dividen en aceptables y no aceptables, es decir se clasifican según el binomio aceptación-rechazo.

Esto quiere decir también que cada persona tiene un mundo diferente porque ha organizado la realidad de una forma diferente y original. Por esto cada persona tiene un mundo, un mundo personal donde vive y donde es capaz de satisfacer sus necesidades.

A la vez hay que tener en cuenta que este amoldar la realidad a las propias necesidades tiene sus límites, porque «la realidad es terca y al final se impone y de ninguna manera podemos moldearla a nuestro antojo. La realidad tolera un tanto de distorsión sin pasar factura, pero si la distorsión es demasiada el choque es inevitable y pone en cuestión las posibilidades adaptativas del sujeto» (Castilla del Pino, 79)