Tras una explicación sobre que el sistema emocional en su fondo nos sitúa frente a aceptación o rechazo, se indica una dinámica para “darse cuenta” emocionalmente de cómo actuamos. Es una dinámica muy adecuada para adolescentes.
Allá en nuestro fondo emocional funcionamos con un doble sistema que es polar. Hay un fondo emocional que consiste en aceptar, incluir en nuestro mundo o en rechazar, sacar de nuestro mundo. Un sistema apetitivo que nos dirige a aquello que queremos y un sistema evitativo, que nos lleva a evitar lo que no queremos. Un residuo de nuestras proto-emociones: aceptación o rechazo. Ambos sistemas no funcionan a la vez, sino que en cada situación uno de ellos predomina: o nos dirigimos a aquello que buscamos o evitamos aquello que no queremos.
Estos sistemas nos hacen optar: aceptar o rechazar, desear o evitar, amar o temer. Es importante darse cuenta de que cada uno nos lleva por un camino diverso. Si evitamos no vamos a conseguir necesariamente lo que queremos, a base de evitar no se dirige uno a donde quiere, sino más bien se sitúa en un punto neutro donde evita los peligros que no quiere. Evitar es buscar evitar los peligros que sentimos o presentimos, las inseguridades, los miedos. Por el contrario, al dejar funcionar la apetencia, se acepta, se deja entrar en el propio mundo, se corre un riesgo, pero prevalecen las ganas de que aquello entre en nuestro mundo. Nos gusta, y este gusto prevalece sobre el miedo. Luego, ante cada decisión de la vida hay que optar en su raíz por amar y aceptar o por rechazar.
Estos dos sistemas los tenemos todos y los utilizamos dependiendo de cómo sentimos la situación, de cómo la valora nuestro sistema emocional. Sin embargo, si llevamos la situación al extremo podemos decir que como resumen funcionamos por amor o por miedo. Por amor si básicamente nos dirigimos hacia aquello que queremos, por miedo si básicamente evitamos lo que tememos. El amor nos mete en los descubrimientos de la libertad y el miedo que nos encierra en los terrenos de la seguridad. Esto es importante: nos situamos básicamente en uno de los dos terrenos y desde ahí respondemos a las situaciones.
Hay una buena dinámica para saber cómo están constituidos en su fondo estos sistemas para nosotros. La dinámica consiste en escribir con letra grande y gruesa en cartulinas recortadas y de colores diversos aquello que amamos, aquello que queremos y buscamos y también aquello que rechazamos, aquello a lo que tenemos miedo, aquello que no queremos. Cada concepto en un trozo de cartulina diferente. Si utilizamos términos emocionales: por ejemplo, nos sentimos atraídos por: felicidad, alegría, ilusión, compañía, amistad, amor… Y rechazamos, o mejor nuestros temores son: soledad, pesimismo, miedo, falta de recursos, traición, … y ponemos las cartulinas de la atracción en una pared, cada una con su blue-tack y las del rechazo en la pared opuesta. En ese momento nos ponemos en medio de la sala y miramos a un lado y a otro y vemos en realidad que tiene más peso en nuestra vida: la seguridad o el amor. Es una estupenda toma de conciencia.
También se puede hacer con un grupo, en tal caso se pide que cada uno escriba aquello que más ama y hacia lo que se dirige realmente y aquello que tema y que evita realmente. En este caso cada persona rellena 2 cartulinas, y las van pegando igualmente en la pared, en una lo que se ama, en la opuesta lo que se teme. El grupo se sitúa en medio y mira sus deseos y sus miedos.
Es una estupenda dinámica, especialmente para adolescentes, porque fomenta el conocimiento propio a través de darse cuenta de cómo nos situamos y como actuamos.
Leave A Comment