Resumen: En una sencilla dinámica de equipo los participantes deben apretarse, los de empresa lo hacen con facilidad, los de escuela con bastante mayor dificultad. Parece estar dentro de la mentalidad organizativa de la escuela disponer de un espacio propio inviolable. Cambiar esta mentalidad tan arraigada resulta complicado.
En el ISIE tenemos la experiencia de trabajo en clima y cohesión de equipo en los claustros de los colegios. Me gustaría reseñar una observación simplemente para ponerla en el debate. Se trata de una percepción realizada tras bastantes veces de realización de una misma dinámica, dinámica que he visto realizar múltiples veces tanto por equipos de profesores como por equipos de empresa.
La dinámica es muy sencilla y su dificultad estriba sencillamente en que, para resolverla, los participantes deben físicamente apretarse, sin este requisito no es posible resolver el ejercicio. Lo significativo, y esta es mi observación es que en empresa los participantes se agrupan rápidamente, y se aprietan mucho más que los equipos de escuela, y por tanto resuelven con mucha más rapidez y eficacia el ejercicio.
La percepción es que, hablando en general, a los profesores les cuesta mucho más ceder el espacio de alrededor, incluso en un contexto de trabajo en equipo. Parece parte integrante de la mentalidad del profesor el ser poseedor y dueño de un espacio propio, espacio del que disponen según les parece y encuentran fuera de sitio que los demás se lo ocupen. Para resolver la dinámica, por así decir, entablan conversaciones cuando se percatan que hay que apretarse y poco a poco se ponen de acuerdo, no sin resistencias y bromas, en ceder ese espacio.
El reflejo del facilitador en esta dinámica proyectiva es: «¿Qué os impide ceder el propio espacio?». La percepción es que lo tienen interiormente asimilado como propio. Mi explicación es que durante mucho tiempo el profesor ha sido el dueño de un aula, de una clase, y ese espacio era su responsabilidad, las demás instancias del colegio estaban para ayudarle a atender mejor su clase, pero no podían interferir. Es decir durante muchos años, llegando hasta las raíces mismas de la constitución de la escuela, los profesores se han organizado como pequeños reinos independientes cada uno en su aula. A esa cultura de trabajo se incorporan aún hoy, es algo que está metido muy hondo en la escuela.
En muchas ocasiones, tanto por parte de comunidades educativas, como de profesores singulares, ya se ha llegado a la conclusión de que hay que cambiar, que no se puede seguir enseñando con culturas organizativas del siglo XIX. Sin embargo, cambiar mentalidades, y máxime cuando están tan arraigadas, resulta difícil, y encuentra muchas resistencias, que los profesores no saben ni siquiera de donde proceden.
Debido a esto los caminos de la innovación de la escuela resultan complicados. Este que señalo es solamente una de las dificultades. Por indicar alguna más, puedo decir que la comparación que establezco en la entrada entre escuela y empresa es otro punto que genera resistencias. La escuela se concibe como un espacio muy diferente a la empresa y la simple comparación parece que lleva a una asimilación, que es explícitamente rechazada en muchos casos. Pero bueno, esto debería ser ya el tema de otra entrada diferente: ¿en qué se parecen escuela y empresa y en qué puede ayudar a la escuela la mentalidad organizativa de la empresa?
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