Entrada elaborada por Beatriz Sola Aguinaga Coach emocional y terapeuta EFT
Comenzamos nuestra aventura con la escucha… y entendiendo que tenemos que reaprender a escuchar… sobre todo, a escucharnos.
Durante estos años que llevamos viviendo, parece que hemos aprendido mucho… seguro que muchísimo!!
Hoy os invito a que hagáis una reflexión un poco diferente: ¿qué precio han tenido esos aprendizajes? ¿A qué he renunciado de mí para poder adaptarme a las circunstancias? Párate cinco minutos antes de seguir leyendo y trata de pensar en alguna renuncia que hayas hecho.
Es probable que cuando nos preguntemos esto, nos acordemos de muchas situaciones que nos han marcado de una forma u otra. Y que, a la vez, nos salgan mil voces en nuestro interior diciendo: “Es que no podía hacer otra cosa”, “Qué iba a hacer, era la única solución!!”. Puede que sea así. Y creo que ahora no es el momento de pararnos a mirar si teníamos que haber actuado de otra forma o no. Lo que hicimos es lo mejor que sabíamos hacer en ese momento, y así está bien. Y más adelante entenderemos que esas decisiones, forman parte del camino que nos ha hecho ser quienes somos. Las piezas del puzle que forman nuestra vida empezarán a encajar.
Por eso vamos a intentar ir un poco más allá de esas voces que nos asaltan, para volver a la pregunta clave: “¿A qué he renunciado de mí para poder adaptarme a las circunstancias?”.
Antes de pararte de nuevo en esta pregunta, me gustaría aprovechar este primer momento juntos para introducir el concepto de “respirar”. Me voy a referir varias veces a “respira eso que estás sintiendo”. Este “respirar” es sentir en el cuerpo. Es importante saber que las situaciones que vivimos activan nuestro sistema emocional, y que nos demos cuenta de cuándo y cómo sucede, porque este va a ayudarnos a escuchar de otra forma. La Dra. Pinkola lo llama tercer oído, el del alma… es el que conecta con nuestra intuición. Y durante este curso vamos a ir aprendiendo poco a poco a escuchar desde ahí.
Después de este paréntesis, me gustaría que volviéramos al ejercicio que os he propuesto. Tómate cinco minutos (o más tiempo si lo necesitas), y anota cuáles son tus anhelos, qué echas de menos de ti, qué crees que has perdido por el camino. Date cuenta de qué se mueve en tu cuerpo, qué sensación se va quedando. ¿Podrías encontrar algo que la describa (una imagen, un color, un sonido, un olor… lo que te ayude)?
En el primer capítulo, la Dra. Clarissa nos habla de La Loba, nos habla de la recuperación de la Mujer Salvaje, de ese olfato del que hablábamos antes. Cuando un lobo pierde el rastro, hace lo que sea necesario para volver a encontrarlo (salta, olfatea, busca y rebusca, o se para quieto a observar… sólo prestar atención).
Este es el reto que nos propone La Loba ahora: busca, rastrea, encuentra y recoge los huesos que te has ido dejando por el camino… sólo de esta forma podrás volver a encontrarte y reconstruirte.
Descubrir las heridas que nos hemos hecho es parte de nuestro camino. Poder mirarlas, infundirles alma, limpiarlas y cuidarlas… Y que por fin cumplan su misión de enseñarnos algo y se conviertan en cicatriz.
Para poder ver esas heridas, hay que aprender a escuchar de esa otra forma, mirar de esa otra manera. Escuchar y mirar desde el alma.
Te propongo estas preguntas que te pueden ayudar como reflexión del capítulo:
- ¿Te sientes satisfech@ con tu vida?
- ¿Sientes que hay algo en tu vida que no está bien y que te gustaría cambiar?
- ¿Estás dispuest@ a descubrir esas heridas, a ver qué has dejado por el camino?
Si has dicho que SI a esta última pregunta, te espero en el siguiente capítulo 2: “La persecución del Intruso. El comienzo de la Iniciación. Barba Azul”
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