Resumen: Voy a introducir en estas reflexiones de mi blog a mi hija Noor. Dos principios míos. Primero: «siempre se comunica», que va junto a «confía en lo que te dice». El segundo principio es «dale todos los besos que puedas». Quizá yo no he pretendido «educarla», no tengo un plan preconcebido.
Voy a introducir en estas reflexiones de mi blog a quien que me ha dado más que pensar y sentir en mis últimos años y es mi hija Noor que el mes que viene cumple tres años. La verdad es que no me gustaría que toda lo que he aprendido de ella se perdiera y por ello quiero dejarlo por escrito.
He aprendido muchas cosas de inteligencia emocional con ella, que son observaciones de la vida real, el mejor «laboratorio» porque la observación se realiza con toda la responsabilidad y el compromiso que genera un hij@ y, desde luego, no en condiciones de laboratorio, sino en la vida real con toda su multitud de condicionantes que no puedes prever, a los que te encuentras sometido. Justamente lo contario a lo que es un laboratorio de ciencia. El primer beneficiado de ese «laboratorio» he sido yo, que tengo una relación preciosa que es una de esas cosas que hacen valiosa de verdad la vida.
He partido de dos principios míos para mi relación con ella. El primero es que «siempre se comunica». «Somos una palabra que se expresa», es la idea de persona que tengo desde hace muchos años. Aplicada a una niña muy pequeña quiere decir: quizá no habla, no verbaliza, pero desde luego se comunica. Te dice las cosas con las armas comunicativas que tiene. He comprobado que estas son muy eficaces, si haces el esfuerzo de escucharlas. Este principio se complementa con la idea: «confía en lo que te dice», es decir, no desconfíes, no pienses que no se expresa bien, y desde luego no pienses que miente. Esta confianza estoy viendo con el tiempo que es clave.
El segundo principio es «dale todos los besos que puedas». Dale besos y muestras de afecto siempre que te surja una oportunidad, no las escatimes. Para mí, que he recibido una educación muy formal, con pocas muestras de afecto, este ha sido un aprendizaje excelente. He visto que muchas cosas se comunican con un beso. Muchas de las ocasiones en que mi hija estaba enfadada, o en un estado de irritación, por ejemplo cuando tiene hambre o sueño, no se resuelven dando órdenes, sino cogiéndola y dándole un beso. He aprendido que no es a través del principio acción-reacción como funciona la relación, sino rompiendo la dinámica de enfrentamiento que el enfado genera con la dinámica de la aceptación. Observación quizá obvia para muchos, pero en el que es igualmente insistir.
Una última idea que me surge al escribir esto es que quizá yo no he pretendido «educarla», en el sentido de que no parto de idea alguna para educarla. Dejo aparte mi propio currículo oculto, todas esas cosas que son hábitos adquiridos desde mi propia infancia, y la de mi mujer, y que necesariamente aparecerán. Esto sencillamente lo acepto. También es evidente que le voy a proporcionar todas las buenas herramientas que considere convenientes. Me refiero por educarla aquí a tener un plan preconcebido, eso no lo tengo. Bueno, si que tengo una idea: lo que pretendo es acompañarla, crear una relación fuerte con ella, muy importante para los dos, también para mi, no solo para ella, porque esto a veces se nos olvida: ella es un punto focal de mi vida. Y con esa relación fuerte establecida, acompañarla, ayudarla en cada encrucijada, maravillarme con sus descubrimientos y ver con esos ojos que ven tantas cosas que yo ni atisbo.
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