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Entrada escrita por Daniel Sancho Tos, padre y entrenador deportivo. Fundador de NECESPORT

«No pretendas razonar con aquel que se cree en poder de la verdad, porque lo único que sacarás en claro es su ignorancia».

He pasado los últimos 18 años de mi vida entrenando equipos de fútbol y 19 siendo padre. En ocasiones incluso he llegado a ser el entrenador de mi propio hijo. Después de un ya largo tiempo alejado del fútbol formativo y viéndolo con la perspectiva que te da el tiempo, me he sentado a escribir estas reflexiones que me llevan dando vueltas en la cabeza desde hace tiempo. Como padre de deportistas (aunque alguno no los valore así) y como entrenador.

No pretendo decirle a nadie lo que debe o no hacer, solo doy mi punto de vista y hablo desde mi propia experiencia como entrenador y como padre. Si a alguien le sirve me alegro, si no le sirve a nadie, me alegro también y si alguien no está de acuerdo, sinceramente me da igual, porque como ya he dicho es solo mi forma de pensar y no pretendo sentar cátedra.

Como entrenador:

Durante todo este tiempo he conocido a todo tipo de entrenadores y he entrenado a todo tipo de jugadores, lo cual me ha llevado a tratar con muchos padres.  Y debo decir que salvando muy contadas excepciones, solo tengo palabras de agradecimiento hacia ellos, por su respeto, apoyo y por haberme permitido formar parte de lo que para mí es la etapa más importante en la vida de un deportista. Su formación.

Pero ojo, porque formar parte de eso, jamás ha ido más allá de los campos de fútbol, una vez han salido del vestuario, siempre han sido responsabilidad de sus padres y eso lo he respetado por encima de cualquier idea personal. Creo que ese es uno de los pilares básicos para la buena relación entre Padres y entrenadores, saber donde empiezan y terminan las competencias de cada uno. Eso es lo que determina, si existe o no lucha por el poder.

Siempre he pensado, como entrenador, que cada jugador es un mundo, porque aunque algunos no lo crean, los jugadores, atletas, nadadores, etc. TODOS LOS DEPORTISTAS, lo primero son personas y como tales hemos de tratarles y entenderles.  Tienen sus momentos de debilidad, de euforia, de cansancio físico y psicológico. Tienen discusiones o problemas en casa, en el trabajo, en el colegio, con su novia o novio, con los compañeros de equipo. Vamos, exactamente igual que nosotros. Y eso es lo único en lo que podemos parecernos entre todos. La diferencia, está en cómo somos capaces de gestionar todas esas emociones y por supuesto, como ENTRENADORES, como somos capaces de ayudar a nuestros deportistas a gestionarlas, respetando sus tiempos pero a la vez haciendo que respeten los tiempos de los demás.  Es decir, entenderlos y empatizar con ellos.

En mi opinión, cuando hablamos de deporte amateur y en el de iniciación sobre todo, es lo que marca la diferencia entre un ENSEÑADOR TÉCNICO y un ENTRENADOR EDUCADOR.

Es lo que ayudará a que un chaval abandone el deporte o siga en él.

Nunca me ha gustado perder, imagino que como a todo el mundo, pero lo que el tiempo me ha enseñado y eso he intentado inculcar a los chavales que han pasado por mis equipos, es la diferencia entre perder cuando nos referimos al resultado y cuando nos referimos a nuestro desarrollo.

Permitidme un ejemplo: Quiero que mis jugadores aprendan a controlar un balón, que levanten la cabeza antes de que les llegue para así poder tomar decisiones posteriores al control. Hasta aquí todo lógico. Pero ¿cómo reacciono si un jugador llegado el partido, al realizar esa acción pierde el balón y facilita la posibilidad de que al equipo le marquen un gol?. Yo siempre he optado por aplaudir al jugador por querer ganar en su partido por aprender, pese a perder el partido en el marcador. ¿Y si tira un penalty y lo falla? pues que tire el siguiente si es que quiere y si no, que lo tire otro, ¿QUE MAS DA? EL UNICO QUE PUEDE FALLAR UN PENALTY ES EL QUE LO TIRA. EL UNICO QUE PUEDE HACER UN NULO EN UN SALTO ES EL QUE SALTA, EL UNICO QUE PUEDE PERDER UNA CARRERA ES EL QUE LA CORRE O LA NADA, EL UNICO QUE PUEDE FALLAR UNA CANASTA DECISIVA ES EL QUE LA TIRA.

No nos engañemos, a los ENSEÑADORES TÉCNICOS, (y esto vale también para algunos padres) les vuelve locos ganar por amplias diferencias, aunque solo una pequeña parte de sus deportistas hayan participado activamente en la competición. Pero cuando se igualan las fuerzas y dejan paso a otra serie de cualidades, ¿Estarán preparados para disfrutar y competir? Como entrenador, ¿me centro únicamente en los jugadores, nadadores, saltadores, velocistas que marcan goles o canastas, que ganan medallas o ganan series, porque son los que reflejan «MI GRAN TRABAJO»?

Si un muchacho aprende la técnica y demás aspectos del deporte que está practicando, cuando su desarrollo físico se iguale al de los demás, seguro que llegará más lejos que los que desde el inicio se han centrado únicamente en ganar. Incluso es probable que tarde más en abandonar. El que solo compite por  ganar, el que solo se siente aplaudido y valorado por ganar, cuando deja de hacerlo, deja de disfrutar y por lo tanto pierde lo único que le motivaba a practicar deporte.

Para mí el deporte de base debe ser únicamente formativo, no he buscado la victoria en el marcador, he buscado la victoria de mis deportistas porque su crecimiento personal y deportivo, quiero pensar que en algo aunque poco he contribuido, es la victoria de la que más orgulloso me he podido sentir. Mi meta siempre ha sido llegar a ser un ENTRENADOR EDUCADOR, no un ENSEÑADOR TECNICO. No sé si lo habré logrado transmitir, pero desde luego he dedicado todo mi esfuerzo a ello y al menos puedo mirar a los ojos a las personas con las que he tratado.

Como padre:

Lo único con lo que nunca he transigido con mis hijos, son las faltas de respeto, por su puesto a su madre y a su padre, pero incluso por encima de nosotros (sé positivamente que alguno no se lo creerá) en su relación con educadores, profesores y entrenadores. Jamás les he permitido ni por supuesto alentado, a contestar a ninguno de ellos, por mucha razón que creyeran tener. Lo mismo que pienso de los deportistas lo pienso de los entrenadores. Lo primero son personas y como a tal hay que entenderlas y tratarlas. Con sus buenos y malos días, con sus muchas cualidades y sus pequeños o grandes defectos. Por eso siempre he dejado que mis decidiesen dónde han querido practicar deporte, sin límite de kilómetros de coche, ni límite de horarios de entrenamiento, ni limite de días de entrenamiento, siempre y cuando el entrenador que tuviesen fuese un Entrenador educador y no un Enseñador técnico.

Mi opinión sobre el deporte que quiero para mis hijos es muy clara. «Practica el que más te guste pero siempre al máximo nivel que tú puedas. Tu triunfo no han de ser las medallas, ni las copas, ni ascensos ni descensos. Tu triunfo debe ser acabar un entrenamiento o una competición y saber que has dado lo máximo de ti.»

Para mí el deporte de mis hijos es una manera de educarlos en la responsabilidad, el sacrificio, el esfuerzo y otras muchas virtudes humanas que el deporte bien practicado aporta al ser humano.

Si el entrenador, que en cualquier momento puedan elegir mis hijos, no comparte esa misma filosofía, lamentándolo mucho y por supuesto con una pequeña pero clara explicación, les haré ver a mis hijos o al menos lo intentaré (evidentemente mientras sean menores), que hay otros sitios donde entrenar y ser feliz. Así lo he hecho en alguna ocasión y así seguirá siendo.

Querer que nuestros hijos sean a nuestra imagen y semejanza, es un error que cometemos todos los padres cuando de gestionar talentos deportivos se trata. Creo que saber valorar los talentos de nuestros hijos sin compararlos con los nuestros, nos puede ayudar y mucho en descubrir la cantidad y calidad de los suyos. A mí, me han sorprendido mis hijos y siguen sorprendiéndome cada entrenamiento y cada competición. Por supuesto que la ayuda de un entrenador educador es, a determinadas edades, de un valor incalculable para la tan difícil labor que es la educación de nuestros hijos. Pero tenemos que saber hasta dónde llega la ayuda del entrenador y donde empieza nuestra obligación como padres. Apoyar al entrenador no es darle un cheque en blanco, ni por supuesto como he dicho antes, descargar sobre él la educación completa de nuestros hijos.

«Apoya a tus hijos en el deporte que practiquen. Pero no siendo el forofo enloquecido y sin razón que se sienta en una grada a criticar y que solo aplaude cuando su hijo, gana una carrera o marca un gol o mete una canasta, etc… Apóyalo buscando el mejor Entrenador educador que puedas encontrar, que sea feliz y que siempre quiera ir a entrenar. No entres a valorar si lo ha hecho mejor o no. Valora lo mucho que se ha divertido y el esfuerzo que realiza por ser mejor cada día. Así, es muy probable que no acabe abandonando el deporte, porque realmente estará practicando el que a ÉL le gusta y no el que a TI te gusta. «

Todo esto que escribo entre comillas no es más que una reflexión (positiva por cierto), que me hago a mí mismo, ya que de mis tres hijos, ninguno está jugando al fútbol.

Y eso generalmente conduce a la sensación, que a mí al menos como padre más me enorgullece.  QUE SIEMPRE QUIERAN Y DESEEN QUE VAYAS A VERLOS.