La disciplina positiva es una corriente en educación que surge del psiquiatra Alfred Adler, discípulo de Freud, a través del desarrollo que realiza Rudolf Dreikus y la aplicación realizada por las psicólogas Jane Nelsen y Lynn Lottbasados.
En un principio las bases de ambas corrientes son diversas, ya que Adler procede del psicoanálisis y su trabajo parte de elementos cognitivos. Según dice Jane Nelsen: «Los niños que se portan mal son «niños desanimados» que tienen ideas erróneas sobre la manera de lograr su objetivo primario de pertenecer». El subrayado es mío, para dejar claro que estamos ante un sistema interpretativo basado en las “ideas”, cogniciones de la persona, distante en sus presupuestos del sistema emocional.
Sin embargo, la distancia de las raíces no lo es en las consecuencias prácticas, y la disciplina positiva y la educación emocional tienen muchos puntos de contacto. Eso es lo que querría dejar evidente en este post: las coincidencias tan sustanciales y todo el camino en común que realizan ambas corrientes.
- Todas las ideas de respeto son comunes a ambos sistemas. Respeto al niño como sujeto de sus acciones. Con el respeto se establece la base para el desarrollo de la autonomía de cada persona.
- Para la disciplina positiva la pertenencia es la clave de interpretación del funcionamiento social de las personas. Para la educación emocional la necesidad de vínculo y pertenencia es la necesidad que viene inmediatamente después de las necesidades fisiológicas básicas en la pirámide de necesidades. La coincidencia en insistir en el punto es muy grande, por ejemplo, la disciplina positiva dice: «Lo importante no es ganar a los niños, sino ganárselos, para ello el adulto debe invertir tiempo en motivar y enseñar competencias esenciales para la vida» (Dreikus).
- Se comparte la misma idea de trabajar la responsabilidad, que mira al futuro, y no la culpa, que mira al pasado.
- La mirada positiva llena de atención y curiosidad hacia el niño, es una actitud que promueve la disciplina positiva. Para la educación emocional se trataría de la actitud de aceptación positiva. Para ambos sistemas una actitud esencial de los docentes que permite la educación. La clave y el punto de coincidencia, sería confianza en el alumno.
- Involucrar al niño en las soluciones. Dar al alumno capacidad real de decidir. Esto es también un punto de coincidencia: hacer al alumno protagonista real de su aprendizaje.
- No utilizar el castigo, dice la disciplina positiva. Esto la educación emocional lo dice del siguiente modo: no establezcas tu relación sobre el miedo, sino sobre el cariño y la confianza. Ambas corrientes coinciden de nuevo en este punto. Ambas han sido precursoras de cambios que la educación ya ha incorporado.
La conclusión que yo saco es que a lo largo del siglo XX la psicología y la pedagogía han alcanzado un gran desarrollo con muchos puntos coincidentes, desarrollo. Básicamente un mayor conocimiento de la persona ha llevado a establecerla como sujeto activo de su aprendizaje, a través de muchos modos prácticos, que son las diversas corrientes.
La educación no puede dejar de incorporar todos esos avances que constituyen actualmente competencias imprescindibles para los profesores. La educación del siglo XXI no puede seguir enseñando con sistemas del siglo XIX sin incorporar todos los avances del XX.
En el caso concreto que nos concierne, la disciplina positiva, mi opinión es que la Educación Emocional tiene una base antropológica más rica y con muchos más matices, una concepción de la persona humana más amplia y por ello proporciona una mejor base para la educación. Los fenómenos emocionales son parte central de lo adquirido en el siglo XX por la psicología y la educación, y aunque la disciplina positiva los respeta exquisitamente y los utiliza como indicadores, debido a sus raíces aún no los incluye como elemento central del sistema.
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