Ayer, sábado por la mañana, Zaragoza, 300 profesoras de educación infantil (entre las que habría una decena de hombres) deciden gastar la mañana entera formándose en  Habilidades del pensamiento y en Educación Emocional. Entusiasmo, trabajo, participación. Las fotografías no hacen justicia al evento porque mi móvil fue incapaz de encontrar un ángulo que recogiera toda la sala.

La oferta era sencillamente formación y apertura a las novedades en educación. No había beneficio alguno, entre otras cosas porque ni siquiera el curso no se ha podido certificar en la comunidad de Aragón (en otras si). El sponsor del evento ha sido Oxford educación y las dos intervenciones eran de ISIE (para la Educación Emocional) y del equipo de Angélica Sátiro (para las Habilidades de pensamiento).

300 personas que en mi caso me escucharon atentamente con una sensibilidad grande hacia lo emocional como elemento de comunicación con sus alumnos, como brújula para poder acercarse y descubrir las necesidades de sus alumnos.

Para terminar la intervención hicimos un test muy sencillo preguntando la emoción que experimentaban en ese momento. El resultado fue: mayoritariamente alegría. Un grupo significativo, sorpresa.

Ese es el hecho para mi la reflexión va en la línea de que hay que confiar en las personas en su profesionalidad, en sus ganas de aprender, de mejorar profesionalmente. También que la apertura a un cambio es mayor de lo que realmente parece. Entre el profesorado existe la urgencia de formarse, de cambiar métodos, de incorporar todo aquello válido que haya conseguido la innovación.

Mis emociones personales son las mismas, alegría al ver en entusiasmo con se recibía la propuesta de introducir la educación emocional y sorpresa al ver a un público tan dispuesto a mejorar profesionalmente.