Resumen: Para Rogers, la única motivación humana básica es la propia tendencia a la realización. Una tendencia intrínseca a desarrollar las propias potencialidades. Se trata de la persona auténtica, conectada consigo mismo. Es una creencia, una convicción. «No necesitamos mejorar; sólo hemos de soltar lo que nos bloquea el corazón». Y, añado yo, después el corazón será capaz de hallar por si mismo el camino, nuestro camino.

Para Rogers, la única motivación humana básica es la propia tendencia a la realización, un impulso a la actualización que todo ser vivo biológico tiene. Henri Bergson lo denomina: Élan vital, que se puede traducir como «fuerza vital» o «impulso vital». Es la fuerza que causa la evolución y desarrollo de los organismos. Esa tendencia esta inscrita en el ser y se manifiesta en las emociones, que son la respuesta vivencial a las diversas situaciones.

En las palabras de Carl Rogers: “Cada organismo está animado por una tendencia intrínseca a desarrollar todas sus potencialidades y a desarrollarlas de forma que favorezca su conservación y su enriquecimiento.

La persona que funciona de una manera integrada, unificada y efectiva tiene confianza en las direcciones que inconscientemente escoge y confía en su experiencia organísmica. Se trata de la persona auténtica, conectada consigo mismo. La dificultad se encuentra precisamente en que podemos estar desconectados de lo que sentimos. Pero ahora nos estamos centrando en la afirmación de que esa tendencia existe. Se trata de algo así como de la fuerza de la vida en los organismos vivos.

Un ejemplo de Rogers puede servir para explicar de qué estamos hablando: «Recuerdo que en mi niñez guardábamos nuestra provisión de patatas para el invierno en el sótano, varios pies debajo de una pequeña ventana. Las condiciones eran desfavorables, sin embargo de las patatas salían unos retoños que eran una especie de expresión desesperada de la tendencia direccional que he estado describiendo. Nunca llegarían a ser una planta, nunca realizarían su potencial real. Pero bajo las circunstancias más adversas, luchaban por llegar a ser». En «El poder de la persona».

Yo solo quiero subrayar que es una creencia, una convicción que puede surgir después de la observación de muchas personas, después de estudiar detenidamente el organismo humano. A mi me parece una convicción clave si se quiere trabajar con las emociones. En ella se apoya la confianza en cada persona en singular.

Concluyo con una idea de Jack Kornfield coherente con este pensamiento: «No necesitamos mejorar; sólo hemos de soltar lo que nos bloquea el corazón». Y, añado yo, después el corazón será capaz de hallar por si mismo el camino, nuestro camino.