Artículo escrito por Teresa Escudero en el que expone con pasión su opinión sobre la lactancia pública. Aunque el tema no es directamente de los que se ocupa este blog, lo publico, primero porque Teresa tiene ya varias entradas sobre su trabajo como doula en el que une coaching emocional y parto natural; segundo porque es algo en que la conexión entre los diversos niveles de la persona, biológico, emocional, racional y social se hace evidente, en este caso de un modo conflictivo, al menos no resuelto socialmente, tal como indica con fuerza Teresa. 

Escribo este artículo con tristeza y rabia. Tristeza porque nuestra supuesta sociedad 1223822477_0civilizada, es todavía incapaz de ver como algo natural el que una madre amamante a su hijo. He trabajado como médico en países en vías de desarrollo como Bolivia o Albania, en los que todo el mundo entendía que si un bebé se ponía a llorar, o estaba incómodo, la madre lo pusiera al pecho. Estuviera donde estuviera, en el autobús, en una tienda, en el mercado… Porque allí todo el mundo comprende que las necesidades del bebé son lo primero, y porque a nadie se le ocurre considerar a una madre amamantando como algo obsceno.

Por eso me planteo por qué aquí, que somos tan modernos y avanzados, que tenemos las marquesinas de los autobuses llenas de mujeres medio desnudas vestidas con sujetadores de Victoria´s Secret y similar, y nos sigue escandalizando que una mujer amamante en público. Por qué no decimos nada ante el top-less en playas y piscinas, y en cambio en esas mismas piscinas se expulsa a una madre que da de mamar. ¿Exagerada? Pues aquí están las pruebas de que lo que digo está pasando ahora:

Una carta en la Vanguardia en la que un hombre expresa su disgusto porque amamantar, “un acto íntimo”, se haya convertido en algo público (http://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20130815/54378574524/lactancia-publica.html)

Piscinas en las que ha expulsado a madres por amamantar: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=363148630455217&id=260824074021007&refid=17&ref=stream. Es decir, se puede ir en top-less, pero no se puede amamantar.

Y tiendas de ropa en las que nunca echarían a un niño que come un bollo, con los dedos llenos de chocolate (probablemente sólo le llamarían la atención a la madre para que se los limpie, no sea que ensucie la ropa), pero que no tienen problemas para echar a un bebé de 7 meses que está comiendo de la teta de su madre: http://centromimame.com/blog/?p=149#

Y siento que el problema es que hemos sexualizado tanto el pecho femenino, que ya no somos capaz de verlo en su misión original, en su función biológica. Somos mamíferos. La naturaleza dispuso los pechos de las hembras mamíferas para que sus crías pudieran alimentarse en los primeros meses o años de sus vidas (la especie humana, concretamente, se calcula que entre los 3 y los 7 primeros años debería consumir leche humana).

 La función de atracción sexual se construye en la evolución de la especie, sin vaciarla de su sentido biológico primario. Desmond Morris, en El mono desnudo, plantea la hipótesis de que ha jugado un papel clave en el acto sexual cuando la especie humana comienza a ser una especie erguida sobre los dos pies, su función ha sido propiciar  la atracción sexual por delante de modo que el acto sexual humano se puede hacer cara a cara, en situación de iguales, algo con inmensas repercusiones en el planteamiento social de hombres y mujeres. Todo ello a través de su función de conexión en los significados percibidos de sexualidad con la maternidad.

Hemos reducido el pecho a un objeto sexual, y por tanto lo hemos convertido en algo incómodo, que nos provoca sensaciones incómodas cuando lo vemos, que desearíamos relegar a la intimidad porque no nos gusta sentir lo que sentimos.

Y efectivamente, el amamantamiento es un acto sexual, igual que es un acto sexual comer, hablar con otra persona, darse un beso (en la mejilla) y darse la mano. Somos seres SEXUADOS, nuestra vida está llena de actos SEXUALES. Y cuanto antes lo aceptemos, mejor.

Cuando vemos a una chica con un gran escote, o en top-less, también nos podemos excitar, pero eso lo vemos como algo “natural”, aunque a menudo también se la culpe por “ir pidiendo guerra” (por desgracia todavía hay jueces que desestiman las demandas por violación, aduciendo que la mujer que pone la demanda llevaba una falta demasiado corta o un escote demasiado pronunciado).

Creo que todo este despliegue antilactancia que estamos viviendo en los últimos meses tiene que ver sobre todo con este puritanismo falso y trasnochado, que nos impide ver un amamantamiento como la manera más natural de dar de comer a un niño. Por supuesto que es un acto sexual, pero no considero que sea un acto sexual que pertenezca a la intimidad, ni siquiera en nuestra sociedad occidental. Igual que no pertenece a la intimidad un apretón de manos, una comida juntos, o un beso en la mejilla cuando te encuentras con alguien.

De hecho hay muchas sociedades en la que los actos sexuales con penetración tampoco pertenecen a la intimidad, toda la tribu participa de ellos en los rituales, y cuando una pareja quiere intimidad la busca.

Como diría mi marido, todo aquel que se sienta incómodo al ver a una mujer dar de mamar, se lo tiene que mirar él (o ella), no culpar a la mujer y a su niño, ese niño que ha tenido la “ocurrencia” y la “mala educación” de tener hambre cuando la madre no podía “ocultarse” para poder tener ese “acto íntimo” que es amamantar. En la mayoría de los casos estamos hablando de niños de meses, a los que no se les puede explicar por qué no les damos de comer cuando tienen hambre o de beber cuando tienen sed. Pero es que, por encima de todas estas consideraciones, lo natural, lo que estamos preparados para hacer como mamíferos, es amamantar. Lo natural, es amamantar cuando el niño y la madre quieren, donde el niño y la madre quieran, independientemente de que haya más o menos gente alrededor. Y si la madre es pudorosa, buscará lugares íntimos, y si la madre considera que es un acto natural, y que no tiene por qué sentir pudor, pues amamantará allá donde esté con su hijo.

Creo que el que existan salas de lactancia es un gran avance, pero las salas de lactancia deberían ser un lugar OPTATIVO, para esas madres pudorosas que son incapaces de amamantar en público, para esos niños nerviosos que se distraen con una mosca, pero no un sitio OBLIGATORIO en el que esconderse porque se está haciendo “algo feo”.

Será imposible que recuperemos las tasas de lactancia adecuadas, si seguimos teniendo www.once.esestos problemas para aceptar la naturalidad del acto sexual de amamantar. Considero que la educación emocional es fundamental para que situaciones como las que han tenido que vivir las madres a las que han echado de piscinas, restaurantes y centros comerciales no vuelvan a repetirse. Considero que la educación emocional es fundamental para ser conscientes de nuestros sentimientos y pensamientos, para dejar de culpar a otros por tener esos sentimientos y pensamientos, y para empezar a ser responsables de ellos y actuar en consecuencia.