En educación se produce siempre este principio: «no se puede no aprender». Esto sirve para todas las situaciones de aprendizaje, es decir, para todas las situaciones del ser humano. En cada una de ellas se aprende, es una oportunidad de aprender o se bloquea el aprendizaje, pero en cualquier caso hay un aprendizaje. Podemos decir que hay una aprendizaje positivo o negativo para la persona, pero aprendizaje hay siempre.
Evidentemente se trata de un principio que deben tener en cuenta los profesores, la educación en general: no se puede no aprender. No se puede no enseñar. El alumno aprende del profesor y el profesor aprende del alumno. El profesor enseña al alumno y el alumno al profesor. Y se puede también poner a la inversa: si el profesor no aprende, los alumnos tampoco. Suena un poco radical, pero es así.
Además debido a que la escuela es una institución dedicada precisamente a la enseñanza sus mensajes tienen una autoridad especial y debido a ello, se quiera o no, van a quedar especialmente grabados en los alumnos. La autoridad es un fenómeno de la comunicación humana que influye poderosamente. Si a esto se le suma que los alumnos son menores de edad y por tanto también desde un punto de vista biológico y psicológico especialmente abiertos al aprendizaje, tenemos reforzado el principio y en la escuela de modo especial: no se puede no aprender,
Si el planteamiento de un centro es o pretende ser, por ejemplo, solo académica y piensa que los niños deben venir educados de casa, precisamente con esa postura está enseñando a sus alumnos, unos valores determinados: que lo académico es lo importante y que lo personal debe ser relegado en la vida social, laboral, etc. En cualquier caso se está enseñando algo. Si se renuncia a enseñar, se enseña.
Cualquier situación que se produzca en el aula, o más en general en la escuela encierran por tanto una enseñanza y generarán un aprendizaje, desde cómo se controla puntualidad, hasta cómo se califica un examen, pasando por recreo y por cada rincón de la escuela.
Este principio es así porque la enseñanza es una situación de comunicación y, ya lo afirma la Gestalt, no es posible no comunicar. Una vez que una situación de comunicación se ha establecido esta se produce necesariamente. Al menos se va a comunicar que no se quiere comunicar, lo que implica además un no reconocimiento del otro sujeto como capaz de comunicación, un ninguneo de la otra persona.
La educación es comunicación y se da cada vez que se produce una comunicación humana, cada vez que un ser humano establece una relación. La educación se da en relación y una vez establecida esa relación no puede no darse. Este corolario del principio de que «no hay no aprendizaje» es muy importante que los profesores lo tengan en cuenta. El profesor debe cuidar no solo lo que comunica, lo que enseña, sino la relación misma que se establece. Y yo me atrevo a decir que lo importante es la relación. Una relación sana establece un buen aprendizaje necesariamente.
Hay un segundo corolario del principio: el profesor también aprende y si no lo hace la relación no funciona bien, el aprendizaje no se va a producir del modo correcto. Los profesores deben aprender en su clase cada día, no es que pueden, es que deben, porque de hecho aprenden y la situación de aprendizaje rechazado, un profesor que no piensa que aprende, interrumpe el flujo de la relación profesor-alumno, interrumpe el aprendizaje del alumno. Por tanto el buen profesor se conoce porque va cada día a aprender a su clase.
Resumo lo expresado:
- No se puede no aprender.
- Aprender (y enseñar) se da en relación.
- El profesor aprende también y si no lo hace interrumpe el flujo del aprendizaje.
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