La emoción es un proceso, un flujo. La emoción es un elemento dinámico de la interioridad, no se mantiene igual y el transcurso del tiempo la modifica. Es decir no es una situación estable, tiene comienzo y tiene (debería tener) final. Ese proceso está dirigido a la satisfacción de una necesidad, es decir, cuando la persona satisface la necesidad, la emoción finaliza, desaparece, dejamos de percibirla.
En casi cada uno de los momentos sucesivos de ese proceso podemos interrumpirlo. Es decir, no está escrito que el proceso de una emoción llegue a su final siempre que se pone en marcha. Cuando se interrumpe lo que sucede es que la emoción no desaparece, se almacena y va a estar ahí hasta la satisfacción de la necesidad. Una necesidad del organismo vivo que haya aparecido y sea detectada por el sistema emocional no desaparece a no ser que se satisfaga. Por esto, cuando interrumpimos la emoción se almacena, el organismo la conserva porque le interesa “saber” que la necesidad no está satisfecha.
La Gestalt ha descrito de una manera excelente ese proceso de la emoción y también los modos en que se puede interrumpir.
El ciclo tiene bastantes elementos que iremos desgranando, hoy quiero hablar de la desvalorización como interruptor del proceso emocional.
Desvalorizar es un modo de interrumpir la emoción cuando está ya ha producido su efecto energizante, es decir ha movilizado el cuerpo para la acción y la persona se encuentra con la energía necesaria para dirigirse a satisfacer su necesidad. El modo de satisfacer la necesidad es habitualmente dirigirse a ese objetivo que la sensación, los sentidos de la persona, ha descubierto.
Desvalorizar es decir que el objetivo no es valioso. Esta perfectamente descrita desde hace muchísimos años en la fábula de Esopo, la zorra y las uvas. Después de estar un tiempo intentando alcanzar las uvas de una parra, al ver la inutilidad de su esfuerzo, la zorra afirma: “están verdes” y se va, deja de intentarlo. Su hambre, despertada por el deseo de comer uvas al descubrirlas en la parra, va a seguir, su necesidad va a seguir. Solo que su energía queda frustrada, no es utilizada para satisfacer la necesidad, queda baldía y la necesidad vigente.
Hay muchas situaciones de la vida en que nos pueden pasar situaciones semejantes. Queremos acercarnos a una chica que nos ha atraído, pero lo vemos difícil, pensamos que nos va a rechazar, se nos ocurren mil dificultades en nuestro empeño. En vez de reconocer la dificultad, en vez de buscar el modo de superar el obstáculo decimos: “tiene bigote”, “no es tan guapa”, “no vale la pena”. No es verdad, pero decirlo nos justifica, nos libra del esfuerzo.
Esta es una de las maneras en que la racionalidad interfiere en los procesos emocionales. Utilizamos un instrumento: etiquetar de modo negativo el objetivo para justificar desecharlo. Una utilización no honesta, porque sabemos que no es verdad, tanto no es verdad que nuestra emoción se ha activado y nuestra energía también. La razón por así decir saca fuera de la persona la interrupción del proceso, sitúa en el objeto externo el motivo y así saca del atolladero: está fuera, por nosotros sí que seguiríamos adelante. Aparentemente salva a la persona, su autoestima. Salvar la autoestima es importante para la persona y esa es la palanca utilizada. La moraleja de la fábula es útil: Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.
Hay que tener en cuenta que la desvalorización interrumpe el proceso, el afirmar de modo negativo sobre el objeto de nuestro deseo no produce el efecto de bajar la intensidad del esfuerzo, sino que lo abandona totalmente, matamos el impulso de la emoción.
Las personas que desvalorizan habitualmente no se dan cuenta de que están utilizando un mecanismo de escape, que están huyendo de la realidad. Es difícil darse cuenta que se está utilizando un mecanismo de interrupción del proceso emocional, que estamos matando nuestros anhelos, ilusiones.
Es la autenticidad la que puede evitar este obstáculo. Reconocer de verdad lo que sentimos por dentro, saber reconocer nuestra emoción y la energía que nos ha generado, es el mejor medio para evitar desvalorizar.
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