Entrada elaborada por Beatriz Sola Aguinaga Coach emocional y terapeuta EFT

El anterior artículo y el cuento de Barba Azul nos sirvió para trabajar un poco qué es lo que está bloqueado en nuestra vida, qué no nos gusta, cuáles son nuestros anhelos. Y para ir perfilando la meta de nuestro proceso.Foto artículo 4

En esta ocasión, Vasalisa favorece nuestro análisis sobre qué está ocurriendo en nuestro día a día, cuál es nuestra situación de partida, nuestro presente. El hacernos más conscientes de cómo vivimos nuestro ahora, nos ayuda también a concretar o matizar más nuestra meta (o a cambiarla si sentimos que es necesario).

Es muy importante conocer nuestro punto de partida porque si no sabemos dónde estamos ahora, no vamos a poder trazar un camino que nos lleve hasta donde queremos llegar. [Os invito a que leáis también el Artículo “Las preguntas poderosas (2). El presente del día 6 de Octubre 2013 que está referido a este mismo tema.]

La historia de Vasalisa comienza con un despertar. Se da cuenta de que estaba “demasiado protegida” por una parte de sí misma a la que la Dra. Pinkola llama la “madre demasiado buena”. Esta “madre demasiado buena” ha mantenido a Vasalisa en el “ser lo que los demás esperan que sea”, en este caso lo que su madrastra y sus hermanastras quieren de ella.

La “madre demasiado buena” son creencias, ideas que tenemos de nosotros mismos, introyecciones que han ido formando lo que “somos” ahora. Estas “gafas” que nos hemos puesto nos dan una visión de la realidad, son nuestro filtro para vivir el día a día. Es cierto que todos llevamos unas gafas para ver la vida, pero ¿eres realmente consciente de que tu realidad se puede ver desde otros puntos de vista y puede parecer diferente? ¿Te atreves a preguntar a otras personas de tu alrededor cómo ven ellas esos bloqueos que tú ves en tu vida?

El no ver más allá de nuestro mapa de la realidad nos puede hacer sentir como que estamos encerrados en esa percepción. Y si esto pasa, nos vamos quedando sin fuego, nos quedamos sin luz… sentimos que no podemos hacer nada para salir de esa situación, sentimos impotencia, frustración. Pregúntate: ¿qué creencias te “atan” a tu visión de la situación que vives? ¿Quiénes son tu madrastra y tus hermanastras? ¿Qué te hace vivirlas de esa forma y no de otra?

La dificultad comienza cuando nos planteamos el salir de ese sitio en el que nos hemos metido, cuando empezamos a pensar que tenemos que ir a encontrar nuestro fuego otra vez. Si durante días, meses o años hemos accedido a ser “eso que se esperaba de nosotr@s” es por algo, teníamos una razón.

¿Podrías reflexionar sobre las ventajas que tiene para ti quedarte donde estás? ¿Qué puedes perder si te mueves, si cambias?

Date cuenta de que el caminar hacia el objetivo te va a sacar de tu zona de seguridad, de lo que conoces. Al igual que Vasalisa, tendremos que hacer un camino que no sabemos ni por dónde nos lleva, ni a dónde nos conduce. Nos toca aprender a separar el “maíz” (algo que nos da vida), de las “semillas de adormidera” (algo que nos quita vida), y poder sentirnos libres a la hora de dejar ir esas semillas de adormidera. Entender cuándo estamos en el momento de la Vida o de la Muerte en el ciclo de la Vida/Muerte/Vida, para saber soltar lo que nos pesa, lo que nos impide (esas viejas creencias que nos bloquean).

Y para aprender a discernir en el camino tenemos “la intuición”. Cuando la “madre demasiado buena” muere, nos abre la posibilidad de volver a escuchar nuestra intuición. La intuición (según la RAE) es  la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento. Es la percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene. Para mí, la intuición es eso que suena en nuestro interior y que nos dice que el camino va por aquí, o por allí. Ese olfato especial que iremos afinando y que nos enseña a elegir entre una opción u otra.

Un último aprendizaje que nos propone la Dra. Pinkola es comprender que el camino se hace paso a paso, sin pretender saberlo todo o solucionarlo todo en una semana o en un mes. Como dice Clarissa “saber demasiado puede matarnos”. Entendemos lo que estamos preparados para entender… y si no lo entendemos, es que no estamos listos todavía.

Ahora que has visto lo que toca aprender… ¿Cómo te sientes? Ponle palabras, forma, color, sonido… algo que lo describa.

Cuando lo tengas, reflexiona sobre ¿qué pasaría si te quedaras donde estás? ¿Podrías pensar ahora en qué inconvenientes tiene quedarte ahí? “Respira”… y date cuenta del peso que te produce ver como se apaga tu luz día a día. Hazte consciente de esta carga y del esfuerzo extra que te supone en tu vida. Es una sensación como de no vivir liger@, como si todo nos supusiera un gran esfuerzo, como de no sentirse en paz por dentro.

Nos encontramos ante una encrucijada: ¿quedarnos donde estamos y seguir sintiendo ese peso? ¿O atrevernos a cambiar porque esa carga no nos deja respirar, nos está matando poco a poco… nos aleja de nosotr@s mism@s?

Si te atreves a seguir, nos vemos en el capítulo 4: “El compañero: La unión con el otro. Manawee”