Recientemente ha sido mi cumpleaños. El día siguiente Noor tuve la siguiente conversación con Noor:20140420_160113

«Papá, las abuelitas ya se han muerto, ¿verdad?». «¿Por qué se han muerto?».

Le respondo: «Porque eran ya muy mayores».

Noor sigue: «Papá, ¡tu también has cumplido muchos años!». «¿Te vas a morir?».

«¡No quiero que te mueras!». «¡No quiero que cumplas más años!». «¿Verdad que no vas a cumplir más años?, ¿¡ya no vas a tener más cumpleaños!?». Esto último lo dice afirmando pero también buscando mi confirmación. Separa mi cumpleaños del suyo, expresamente, ella quiere cumplir años y no quiere que yo los cumpla. El tiempo no es algo objetivo externo, es vivido por cada persona.

Evidentemente todo esto habla del vínculo y de la importancia para ella y de cómo lo vive. También de que la muerte es un final. Hasta ahora para ella la gente que se moría iba al hospital. Ahora ha tomado una fuerte conciencia de que la muerte es una separación que no se puede solucionar.

Pero este diálogo se me quedó y me he sorprendido pensando cómo me sentiría si a ella le pasase algo. Al pensarlo algo recorrió mis tripas y las estrujó como en una prensa de aceite. Me quedé agarrotado y me di cuenta de que no puedo ni pensarlo y también de que ella es ahora una de las razones principales que me impulsa a vivir o mejor que me agarra a la vida.

Mi conclusión es que los vínculos que establecemos, el vínculo de padre o madre con el hijo, que siempre es viceversa, es de ida y vuelta, es relación, son una clave de nuestra existencia y que nuestro sistema emocional los detecta y sigue cada una de sus variaciones, sabe perfectamente cómo se encuentra, es muy sensible a lo que le sucede. El miedo a que pudiera desaparecer es un indicativo de hasta qué punto se ha convertido en fundamental para nosotros en uno de los apoyos de nuestra vida.

También es que son elementos permanentes que se incluyen en nuestro ser psíquico en el conjunto de emociones y sentimientos que se integran y que solo se mide con la muerte. Es decir adquieren emocionalmente tanto valor como la propia vida. Y aunque estoy seguro de que sobreviviría en caso de que esa muerte se produjese, estoy seguro de que me costaría mucho tiempo el recuperar impulso en esa vida, en que me costaría volver a tener energía emocional, que la vida, desde el punto de vista emocional tardaría mucho en recuperarse. Y la vida sin ese impulso es poca vida. Que esa vida perdería mucho de su sentido, de su dirección.