Desde hace mucho tiempo he estado interesado en el beso (en este blog llevo ya 4 entradas, ver por ejemplo: http://wp.me/p2KddV-5j ), me llama la atención su elevada presencia en las interacciones humanas y lo poco que se ha escrito y estudiado el beso, no sabemos casi nada del beso. El beso ha estado ausente en la cultura hasta tiempos muy recientes en que las emociones y las relaciones están entrando en la cultura y en la investigación científica. Es un fenómeno que se producía, pero que no merecía la atención. Y es un fenómeno muy, muy importante.

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Quiero recordar el hecho que centró la atención sobre el beso y el tacto como fenómenos humanos y lo introdujo  en el mundo científico. Luego vinieron otros muchos, pero el primero está relacionado con la aparición de las incubadoras para sacar adelante a los recién nacidos prematuros. Las incubadoras son un gran éxito de la ciencia, y por producirse en el ambiente científico-técnico de la época iban acompañados, lógicamente, de estrictas normas de higipor vez primeraene, con indicaciones de que no se podía ni tocar ni besar a los niños, evidentemente no se valoraba el beso. Pero en uno de esos primeros servicios de neonatología, una enfermera, movida por la ternura, que es un sentimiento del vínculo relaciona, infringía las estrictas normas y tocaba y besaba a los niños a su cargo. Resultado: el índice de mortalidad en su zona de incubadoras disminuyó drásticamente y tras la posterior investigación el beso y la caricia entraron en el operativo científico por su indudable influencia en la supervivencia humana en la temprana edad, además los prematuros que reciben muestras de cariño y afectividad aumentan más de peso y evolucionan mejor. Por lo tanto, ahora está pautado este tocar a los niños y que puedan hacerlo los padres. Evidentemente el beso es necesario para la salud. El beso y la afectividad habían entrado entre los medios científicos y las emociones encontraban un apoyo en su recorrido de reconocimiento por la ciencia.

Tenemos que el beso es necesario al principio de la vida humana. Y tenemos detrás de ello que es el marcador específico y el alimentador de la relación afectiva entre personas. Si hay buena relación hay besos, si hay una relación regular se evitan los besos, si hay mala relación no hay besos. Luego los besos son uno de los mejores indicadores de las relaciones y además las nutren las hacen crecer.

Pero lo que yo quiero añadir hoy a todo esto es que los besos siguen lo que voy a llamar la dinámica de la inversión. Consiste en que si doy pocos besos recibiré pocos, si doy muchos recibiré muchos con un efecto multiplicativo. Si quiero invertir en las relaciones hay que invertir en besos, es decir aunque no reciba dar, con la seguridad, que siempre se cumple, que comenzarán a volver.

He comprobado esto con mi hija Noor que ahora tiene 4 años. Yo procedo de una familia muy formal en la que se daban pocos besos, de modo que, y esto es tremendamente cierto, no recuerdo ningún beso de mi padre, puede que me diese algunos de niño, pero de adulto no recuerdo ninguno. Con mi madre si, pero desde luego ningún exceso. Decidí no seguir este patrón con mi hija y desde muy pequeña comencé a darle besos. Cuando era muy pequeña eran besos que yo le daba y que no tenían vuelta. Sin embargo ya hicieron que yo viviera uno de los sentimientos más profundos en mi experiencia: la ternura por una hija. Ternura profunda que te embarga hasta los tuétanos, que te parece te llena de un modo difícil de expresar.

Con el tiempo han dado un resultado neto: mi hija actualmente me da montones de besos y valora increíblemente los que yo le doy, reclama un beso para dormir y de vez en cuando aparece a darme un beso sencillamente por que sí. Esto es lo que he llamado dinámica de la inversión, he invertido unos cuantos besos y me han vuelto muchos más. Desde este punto de vista los besos no se desgastan, ni saturan, cuantos más se dan más se valoran. En este momento yo no me saldría de esta dinámica de los besos con mi hija por nada del mundo.

Las consecuencias en la escuela me parecen evidentes: es imprescindible que las maestras de infantil/inicial cuiden el vínculo y no lo van a poder hacer si no besan a los niños y estos no crecerán emocionalmente sanos.