El anteproyecto de la nueva ley de educación (LOMCE) presentada ayer por el ministro de educación Wert comienza así:

«La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país»

No se podía ser más claro sobre las intenciones de la ley, ni más restrictivo en cuento a lo que representa la educación para las personas. Se puede decir sin dificultad que esta es una ley que pone la educación al servicio del homo economicus, solamente al aspecto del hombre como trabajador. Es decir los primeros 18 años de la vida van a ser utilizados en convertir a la persona en un trabajador, al servicio de la economía del país. Esta se establece como el valor supremo y por tanto aquel desde el que se mide la educación. Volvemos casi a la alienación de Marx: el valor del hombre es lo que vale en el mundo economico y profesional.

Desde el punto de vista de la educación emocional un desastre, porque esta necesita que la persona esté en el centro de la educación, es más es un esfuerzo para que la persona sea el centro. Todo lo que sea poner otros fines por delante es un obstaculo, y también es un obstaculo a cualquier visión minimamente completa de lo que es el ser humano.

La ley sigue diciendo, para remachar la idea: «El nivel educativo de un país determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se plateen en el futuro. Mejorar el nivel educativo de los ciudadanos supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento economico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global»

Queda bastante claro que las referencias dentro de la economía son: el mercado global, la alta cualificación y especialmente estar al servicio del pais para que este pueda competir con éxito en la arena internacional.

El ministro no se olvida de la esfera individual, que aparece en el segundo párrafo, y que termina diciendo que «(el nivel educativo) capacita a una persona a cumplir con exito los objetivos planteados».

Como no se habla de otros objetivos que los económicos, el segundo párrafo remite de nuevo al primero a la economía y mide a los ciudadnos precisamente por el nivel de cualificación que consigan en su etapa educativa. De nuevo la persona al servicio de la economía, del sistema productivo, de la competitividad global.

El sistema por tanto va a clasificar en función de los resultados («la calidad educativa debe medirse en función del output (resultados de los ciudadanos) y no del input») y las personas van a verse clasificadas en funcion del mercado laboral. el sistema de examenes va a tener una función evidente en ese sistema: va a constituir los filtros. No parece alejado de la realidad ver que el fracaso escolar va a ser eliminado porque los alumnos que puedan caer en el (no den los estándares de calidad suficiente) van a ser «desviados» hacia niveles de cualificación inferiores (Formación Profesional).

El impacto de todo esto en las personas puede ser destrutivo: clasificación, separación por niveles, cualificados y no, no lejos del listos y tontos… La subida de la calidad de la enseñanza puede convertirse en una carrera por estar más arriba y no dejarse bloquear por los distintos cierres.

Para la eleccion personal de fines en la vida, el desarrollo de cada persona, potenciar la diversidad de talentos (que no capacidades) no se vuelve a hablar. De la educación como integración, como inclusión tampoco. La educación como aceptación de una persona tal cual es, queda relegada. La imagen de la foto ya no tiene cabida en el sistema. Estamos enteramente en otros aires.

Antes he hablado de los medios, ahora estoy analizando los fines…y los peligros que se pueden generar. Soy consciente de que no se van a rfealizar tal cual, entre otras cosas porque ya veremos como se aplica este aún anteproyecto a la realidad… si  consigue siquiera intentarlo

hay algo que se pueda coger como positivo. Lo dejo para una entrada posterior.