Resumen: la protesta en educación en España contra los recortes y la ley Wert ha dejado de manifiesto la división del sistema educativo, tanto que se puede dudar que exista un único sistema educativo español. Desde el punto de vista vertical, autoridad y docentes y desde el horizontal, pública, concertada y diversas autonomías, no existe una voz unificada que hable para toda la educación.
La protesta de la educación en contra de los recortes y de la ley Wert lleva ya dos años activa, y está dejando en claro algunos datos preocupantes sobre la educación en España. En mi opinión ha dejado evidente la desunión que existe en el sistema educativo español. Los recortes han afectado por igual a todo el sistema educativo que atiende la educación obligatoria, tanto en la vertiente pública como en la concertada. Los recortes no han sido exactamente iguales porque desde el punto de vista de la financiación ambas agrupaciones son muy diferentes, pero es evidente que ambas han sufrido enormemente por parte del mismo agente: la administración. Bueno pues, con esas condiciones, no han sido capaces de reunirse en defensa de unos intereses comunes que los integrara, sino que los diferentes movimientos han terminado subrayando lo específico de cada sistema y han terminado con una separación bien marcada entre ambos colectivos.
En la misma línea, cada colectivo ha dirigido las protestas hacia la defensa de los puestos de trabajo, algo totalmente legítimo, pero que dadas las diversidad de condiciones laborales más bien ha contribuido a establecer aún más que las distancias entre ambos colectivos son irreconciliables. Es decir, no se ha establecido un debate sobre cómo tiene que ser la educación para hacer frente a sus problemas educativos, de fracaso escolar, de malos resultados, etc., sino al menos a dos conflictos laborales diversos, ya que se han puesto en juego los puestos de trabajo.
Esto lleva a varias conclusiones, no hay realmente un sistema de educación en España, sino varios, pues a los dos citados hay que añadir el privado, que no recibe financiación pública. Esto es un gran problema cuando se pretende afrontar los problemas de una educación que, eso sí, es juzgada de modo unitario: los datos de los informes PISA son para España en su conjunto. Es decir los problemas de la denostada educación española necesitan una respuesta unificada, que apunte en una dirección única. Pero hemos constatado que esa unidad no existe.
Sí que existe un debate sobre la educación en España, es un debate que corre por internet centrándose en la necesidad de introducir nuevas metodologías pedagógicas, de ajustarse a la realidad de los alumnos, de utilizar las TIC como un recurso educativo, etc. Este debate es llevado a cabo por muchos profesores inquietos por el modo en que se realiza su trabajo y los resultados de este: el elevado fracaso escolar, etc., etc. Este debate no termina de alcanzar sus objetivos porque aún no ha llegado a interesar a los responsables de la educación, es decir, a los responsables políticos de la educación.
Estos siguen utilizando, y la ley Wert lo demuestra, el viejo sistema de pretender arreglar la educación a base de leyes, sistema que ya hemos comprobado 6 veces en la democracia que no funciona. Esta será la séptima. Y aquí opera una nueva división: la que existe entre docentes y responsables de la educación. Además la entrada de los políticos ha hecho que en el debate entren también las diferencias autonómicas, especialmente las lingüísticas, es decir una nueva división la autonómica.
Resumiendo: este tiempo de protestas se salda hasta el momento con profundas divisiones del sistema educativo, divisiones verticales entre las “autoridades” de la educación y los agentes de esta: los docentes y las asociaciones de padres. Y divisiones entre las comunidades de docentes: los diversos centros educativos y el sistema al que están adscritos: público, concertado y privado, además de las diferencias lingüísticas entre las diversas autonomías.
Es decir una pena enorme, es lo único que se me ocurre decir, porque en estas condiciones es muy difícil conseguir la efectiva reforma o sencillamente la actualización del sistema educativo, para afrontar con una mínima eficacia los retos que tiene delante.
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